¿Dónde me encuentro ahora?
P. Fernando Pascual
17-12-2011
Venimos y vamos. Las prisas nos ahogan. De repente, en medio de una estación de autobuses, la
pregunta: ¿dónde me encuentro ahora?
No, no se trata de un olvido grave. Sé en qué lugar me encuentro, a qué autobús voy a subir, a
dónde quiero llegar. La pregunta es más profunda: ¿dónde está mi corazón? ¿Hacia dónde va mi
cariño? ¿Qué ha ocurrido hasta ahora en mi aspiraciones más profundas?
Pararse en la vida para saber dónde estamos nos permite encontrar, si miramos de modo adecuado,
los parámetros justos para desentrañar ese misterio insondable de la existencia humana.
Para un cristiano, la respuesta puede parecer fácil, aunque no siempre lo es: estoy bajo la mirada
cariñosa de un Dios que ama a cada uno de sus hijos.
Sin embargo, muchas veces Dios queda encerrado en el cajón de datos memorizados. Parece que no
tiene sentido, ni que explica mi origen, ni que me guía hacia la meta definitiva.
Vivo un día sí y otro también como si yo lo decidiera todo: lo que leo, lo que escucho, lo que digo,
lo que escribo, lo que hago. El centro de mi vida radica en mi voluntad y en mis pensamientos. Yo
decidí emprender este viaje, yo escogí estos compañeros, yo estoy realizando ahora estos proyectos.
Mientras, el tiempo no se detiene. A veces, una enfermedad, un accidente, nos desubican, o nos
reubican. Pero sin tener que pasar por un momento traumático, ¿es posible saber dónde me
encuentro ahora?
La pregunta no encontrará su verdadera respuesta si continúo en un monólogo extraño, si me miro a
mí mismo y olvido el verdadero motivo de cada vida humana.
Sólo desde una oración sencilla podré reconocer que ahora, como ayer, como mañana, me
encuentro bajo la mirada de un Padre bueno. Sólo desde esa mirada descubriré que hay mucho
polvo de pecado entre mis dedos y que necesito urgentemente acudir al perdón que viene de la
misericordia. Sólo así se abrirá ante mis ojos un horizonte maravilloso de esperanza, porque sabré
que me encuentro ahora, si me dejo guiar confiadamente, en las mejores manos.