ALGO MÁS QUE PALABRAS
EL RETORNO A LA PALABRA
Después de haber sufrido una parada cardiaca el pasado mes de
noviembre, y de
tener que convivir, a partir de ahora con un DAI (Desfibrilador Automático
Implantable), la vida te cambia. El dolor, la enfermedad, son
manifestaciones que siempre nos plantean mil interrogantes. En todo caso,
considero que es bueno no dejarse de hacer preguntas. Todo lo contrario a
lo que hoy busca la sociedad, que no suele ir más allá del sueño del
bienestar y el consumismo, del afán y el desvelo por ser productivos, lo que
conlleva que apenas tengamos tiempo para pensar por nosotros mismos.
Como quiera que el pensamiento y la expresión son semejantes, aquí estoy
de nuevo, con el retorno a la palabra, que espero sea como la lluvia fina o
como una caricia de primavera. En cualquier caso, reconozco no tener
palabras para compartir lo vivido, me desbordan los sentimientos del alma.
El retorno a la palabra nos insta, en estos días próximos a la Navidad,
a profundizar en el documento más ecuménico, la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Un punto de encuentro y de reencuentro para la
reflexión y las acciones conjuntas. Evidentemente, se trata de uno de los
libros más recopilados, traducido y difundido, y esto es bueno, puesto que
es a partir del conocimiento de la realidad, donde el significado de la vida
humana se percibe de otra manera, sobre todo si contemplamos los hechos
a partir de la observación. Todas las culturas están llamadas a entenderse y
a comprenderse desde unas exigencias éticas que todos debemos
considerar, a través del reclamo permanente de los derechos humanos. El
día que todos los humanos estén formados e informados en la autenticidad
de tales derechos, las sociedades serán más justas y las personas más
honestas.
Todos necesitamos de todos para que los derechos humanos vayan
más allá de la letra impresa o de las conmemoraciones. Millones de
personas esperan un juicio justo. La violencia sexual se dispara en muchos
países. Las persecuciones religiosas tampoco cesan. Niñas y niños siguen
siendo víctimas de crímenes de guerra. Las palizas, detenciones arbitrarias,
torturas y otros malos tratos continúan sin pasar a la historia.... El mundo
necesita más que nunca diálogo. No puede admitirse la intolerancia, la
discriminación, o el prejuicio racial. Así pues, en un mundo cada día más
globalizado, no ha de cesar la obligación común de promover y definir más
auténticamente los derechos humanos. En los últimos tiempos se han vuelto
frágiles, precisamente, por esa falta de valor ético. Innumerables personas,
mujeres, hombres y niños, carecen de derechos y son despreciados
cruelmente.
La palabra derechos humanos no tiene sentido mientras haya
personas sin derecho a nada. La verdadera cultura de los derechos
humanos, que debiera ser cultivo en todas las sociedades que aspiran a que
funcione el Estado de derecho, no se tiene en cuenta ni en la dimensión
educativa. Puede figurar en los programas, pero no se transmite como
lección fundamental. A veces me da la sensación que retornamos a la
caverna. Sólo hay que leer las páginas de sucesos de cualquier medio de
comunicación. Aumentan las desigualdades e injusticias como jamás.
Deberían crearse comités de ética en todas las disciplinas. Nos alegra, pues,
que la nueva ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que ahora
entra en vigor en España, haya creado un Comité Español de Ética de la
investigación. Confiemos en que no sea un añadido más. Una persona sin
ética, por muy formada que esté, es un ser deshumanizado. Por eso, la
ética no puede entrar en crisis, precisamos más que nunca humanizarnos
unos a otros.
Para los que cultivamos la palabra, el ser humano ha de ser lo más
importante. La pérdida de los derechos humanos es siempre una derrota
contra la humanidad, contra todos; puesto que su declaración (Declaración
Universal de Derechos Humanos) es un momento memorable en la historia
de la convivencia humana, una expresión fundada en la dignidad humana y
orientada hacia la concordia. Por consiguiente, urge seguir construyendo un
mundo donde todas las personas se sientan respetadas humanamente y
aceptados socialmente, donde las relaciones entre personas se base en el
respeto, el diálogo y la solidaridad. Los derechos humanos tienen un papel
social indispensable en un mundo como el actual. No olvidemos que en su
raíz, la crisis financiera no es tanto un fracaso del ingenio humano, sino
más bien de conducta ética.
Lo mismo sucede con el desarrollo global es, en su esencia más
profunda, una cuestión moral. En Europa se habla de refundar una nueva
Europa o de dejar morir el euro. Despuntará así, la Europa de las diversas
velocidades, donde las injusticias se multiplicarán. En África millones de
personas se están muriendo de hambre, mientras en otros lugares se
derrochan productos. América Latina se desmiembra de la tutela de Estados
Unidos y de Europa. No es bueno desde luego que el orgullo nos divida. El
pueblo sirio lucha frente a un régimen sanguinario y despótico... Son
algunos ejemplos que deben llevarnos a discernir y pensar que el sentido
ético, ha de ser el fundamento de todo gobierno. Cuando desparece de una
nación, toda la sociedad camina hacia la derrumbe.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
4 de diciembre de 2011