Sentirse bien
Clara era una chica que desde pequeña incorporaba mensajes
negativos, le decían en su casa que era inútil e incapaz de cualquier cosa, y
ella llegó a dudar incluso de sus capacidades intelectuales. Muchas veces
estaba contenta, pero si se activaba ese esquema impuesto, por ejemplo
ante un pequeño fracaso, se hundía en la miseria de sus pensamientos
negativos. Pensaba que la vida no tenía sentido, buscaba
desesperadamente la aprobación de su padre, etc. Un día, algo cambió
todo: diagnosticaron cáncer a su padre, y la madre y sus hermanos se
hundieron en la impotencia, y Clara se hizo cargo de todo, lideró la crisis
familiar, hizo frente a la adversidad durante el año y medio de tratamiento,
fue el soporte de la familia, les enseñó a meditar, impulsó la sana
costumbre de expresar sus emociones, se entendi con los médicos…
descubri también que tenía una “fortaleza amable”, y muchas cualidades
que nadie le había enseado. Decía simplemente: “me sale de dentro
hacerlo”. El “esquema de ineficacia” de Clara fue sustituido, a través de ese
arte de gobernar situaciones difíciles e inesperadas, por una “sabiduría
interior”. Ya no fue negativa.
“No hay peor censura que la autocensura” (Mauricio González de la
Garza). Dice Walter Riso en su libro “Pensar bien, sentirse bien” que las
trampas de la mente son tres: nos mentimos (porque nos falta de realismo
en nuestra percepción), a veces no aprendemos a perder (es lo que
podemos llamar “falta de humildad”, por una educacin que nos encorseta,
en búsqueda de una perfección utópica), y nos falta discernimiento para
saber qué hacer (por ignorancia: necesitamos más sabiduría). Que no nos
pase lo que al joven que fue capaz de conquistar la chica más guapa de su
clase, sólo para concluir después, por sus manías neuróticas que
distorsionaban la realidad, que ella tenía pésimo gusto, por haberse fijado
en alguien como él. La mente es la principal responsable de nuestro
sufrimiento (Buda).
“¿De dnde me viene tanta agresividad?”, preguntaba una persona.
¿Cómo es que nos encontramos tanta violencia, en el corazón de la
persona? Los niños, como espejo virgen de lo que hay en el interior de las
personas, captan eso, y quedan marcados… A veces estalla en discusiones,
otras veces hay una represión interior, sentirse ahogado… Hoy sabemos que
todo esto genera resentimiento… y la causa general es el sistema en el que
estamos, racionalista, que nos encarcela en unas obligaciones, pequeñas
cosas, que nos ahogan como le pas a la protagonista de “Los puentes de
Madison”, que agobiada en esa cárcel se siente agobiada y no le llena, sus
sueños quedan frustrados, y se escapa con un romance de unos días, del
que después vive en sus recuerdos toda la vida. Sin embargo, la respuesta
no es huir hacia el emotivismo: hace falta crear un nuevo tipo de
racionalidad, donde la emoción esté incluida. A veces pensamos mal porque
sentimos mal, o al revés: sentimos mal porque pensamos mal. Lo que está
claro es que pensar mal hará que me sienta mal (las terapias “cognitivas”
ahondan en eso). Digamos que no podemos limitarnos a nuestra vida “real”,
sino que somos también, o sobre todo, lo que soñamos, nuestros
proyectos… aunque luego “escogemos” la realidad, pero con libertad, sin
sentirnos esclavos. Quizá la clave es procurar que domine la razón, pero
con un “punto de locura”, albergar los sueos del corazn, nuestro mundo
interior.
Llucià Pou Sabaté