Generalizaciones
P. Fernando Pascual
22-10-2011
Jaime encuentra una manzana bella por fuera y podrida por dentro. Piensa: “todas las manzanas de
este tipo están podridas”.
Inés nota con pena cómo unos adolescentes se ríen de un señor anciano. Concluye: “los
adolescentes de hoy están pervertidos”.
Arturo intenta recordar dónde se encuentra una estrella de la que le hablaron durante las vacaciones,
pero no consigue dar con ella. Al acostarse llega a una conclusión: “es imposible conocer la
realidad, porque nuestros sentidos son incapaces de ver las cosas o porque tenemos una memoria
muy limitada”.
Blanca escucha un debate televisivo sobre el aborto. Al final del mismo no se ha llegado a ningún
acuerdo. Desde su corazón piensa: “en temas como el del aborto no existen verdades absolutas, sino
que todos tienen razones válidas para defender sus diferentes posiciones”.
Las generalizaciones nos acompañan continuamente, porque las hacemos nosotros mismos o porque
las escuchamos de otros.
Pero en muchas de esas generalizaciones hay errores de fondo y de forma, como notaba el filósofo
Dietrich von Hildebrand en un libro titulado “¿Qué es filosofía?”
Hay errores de fondo, porque una sola manzana no nos permite concluir cómo sean las demás.
Quizá incluso encontremos 2, 5, 20 manzanas podridas. Pero habrá muchas otras que, además de
hermosas, se encuentren en perfectas condiciones.
Hay errores de forma o de método, porque un pensamiento sereno permite reconocer que una
experiencia puntual, o varias experiencias parecidas, no son suficientes para concluir sobre todos
los que habrían quedado “representados” bajo esas experiencias.
El pensamiento auténtico, el que nos lleva a seguir las reglas de una buena lógica, llega a reconocer
qué es lo que sabemos, hasta dónde podemos llegar y qué falta todavía por analizar. Lo cual vale,
ciertamente, para el mundo material, donde una estrella puede ser vista, si nos fallan los ojos, con la
ayuda de un buen microscopio y, también, con la ayuda de un astrónomo. Pero también vale para el
mundo de la ética y de las verdades más transcendentales, sobre el alma, sobre el sentido de la vida,
sobre Dios.
Por eso, llegamos a un pensamiento más maduro y serio cuando dejamos de lado generalizaciones
engañosas, nuestras o de otros, y nos abrimos a la realidad en toda su riqueza y en sus vericuetos
difícilmente asequibles, pero no por ello menos verdaderos.
Lo que no se ve con los ojos también existe, según la famosa sentencia del zorro que aparece en “El
principito”. Como lo que vemos y experimentamos no agota toda la realidad del mundo que nos
rodea.
Inés vio un mal comportamiento, pero no ha visto cómo el adolescente que un día se dejó llevar por
sus amigos y se burló de un anciano, varios días después supo pedir perdón y se ofreció a sus padres
para visitar una casa de cura de enfermos. Blanca quizá no sepa nunca que aquel médico que con
tanta pasión defendía el aborto en el debate televisivo, un buen día abrió los ojos para reconocer la
realidad: el aborto es un acto de vileza que elimina a un ser humano pequeño e indefenso.
La vida humana es compleja, rica, variable. Más allá de generalizaciones fáciles, podemos pensar
las cosas y ver a las personas con un sano realismo y con la perspectiva justa. Evitaremos errores
graves, y tendremos un corazón más justo, más abierto y más disponible a conocer mejor las cosas y
las personas de nuestro mundo.