Hombre Nuevo
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José Manuel, L.C.
La pobreza está en la mente
El deseo es uno de los principales dinamizadores de la economía mundial. El deseo de
querer tener un automóvil para desplazarse libremente, en lugar de estar condicionado a las
rutas del transporte público, es lo que te hace ahorrar e invertir; el deseo de tener una casa
amplia para no estar todos apretados nos estimula a trabajar más, buscar mejores salarios,
ser más competente, etc. El deseo es manifestación de superación y de progreso. La
pobreza puede ser material, pero también espiritual. La primera te parte el corazón cuando
se vuelve miseria, hambre y abandono, pero cuando falta un mínimo de sana ambición, de
querer mejorar, la pobreza se vuelve casi irremediable. Entonces da lo mismo vivir en una
casa de asbesto con piso de tierra que de cemento; salir corriendo a la cañada, que construir
un baño digno.
Los países subdesarrollados reciben más o menos ayudas económicas de los organismos
mundiales, pero si no cambiamos antes la mentalidad de los pueblos a través de la
educación, el dinero no saca a nadie de la pobreza, porque la pobreza también está en la
mente. Este principio se aplica a todos los niveles, sólo consideremos cuánta riqueza se
acumula en manos de gente improductiva.
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