CARTA ESPECIALMENTE PARA TI
DIAGNÓSTICO ESPIRITUAL
No bastará con decirme: ¡Señor! ¡Señor!, para entrar en el reino de los
cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del cielo. Aquel día
muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre
hemos expulsados demonios y realizado muchos milagros. Entonces Yo les diré
claramente: Nunca les conocí… (Mt 7, 21-23).
Unir a Dios con la humanidad es una llamada de emergencia, ya que no
podemos continuar alabando, glorificando y bendiciendo a Dios, Santísima Trinidad,
pero desconectados de la realidad y al mismo tiempo desactivados de la realidad
del prójimo. Es necesario hacer un diagnóstico de nuestra vida espiritual y ver hacia
dónde vamos en la fe. Detectar lo que nos afecta en el crecimiento del espíritu y
hacer las correcciones pertinentes para que sea Cristo el médico que después de
diagnosticar nuestras, fallas, errores, berrinches, egoísmo, envidia, soberbia,
arrogancia y cualquier otra “enfermedad”, lleve a cabo la cirugía que mejor le
parece y que sanará toda herida que por alguna razón cargamos hasta el día de
hoy. Como el leproso tenemos que volver a decir: Señor, sáname. La respuesta
inmediata será: Sí quiero, quedas sano de toda enfermedad.
La espiritualidad no se mide por los retiros, convivencias, talleres, charlas
de fe y postura en la oración, todo ello se convierte en viático para el camino;
tampoco se mide por el cargo, puesto, responsabilidad ni por el “poder” en la
Iglesia, recordemos que eso se traduce en servicio a pesar de que hay quienes
piensan que son más espirituales que los demás por los kilometrajes de retiro,
convivencia, talleres, etc. a los que han asistido, y también por el poder, cargo o
puesto que desempeñan. ¿Acaso los demás no tienen espiritualidad? El sólo hecho
de pensar que Dios está con nosotros y con las otras personas no, es signo de que
la fe comenzará a titilar indicándonos que debemos realizar urgentemente un
diagnóstico espiritual para así descubrir la FALLA y dejar que JESUCRISTO la
REPARE.
Nuestra espiritualidad estará activada con el Sol que nace de lo alto,
si verdaderamente nos convertimos y expresamos con nuestros actos que amamos
a Dios en la medida que el prójimo se convierte en hermano para nosotros. Pues,
de lo contrario, estaríamos diciendo: ¡Señor! ¡Señor! de la boca hacia afuera, y la
respuesta a esos gritos ya la sabemos.
Si nos atrevemos a llamar Señor a Cristo, es porque al prójimo, sin
distinción, lo reconocemos como hermano. Dios te bendiga amigo(a), y a partir de
hoy, hermano(a).
Padre Gerardo Moreno
Párroco