Momentos de calma
Se ha puesto el sol
Tras la cima del templo.
La cúpula se ha dorado
Ante sus rayos inmensos.
Ya en la profunda noche,
Pongo mis pensamientos
En la más completa calma.
Y en este instante sagrado
De silencio supremo,
Aparece tu figura encantada.
Oigo tus pasos que vienen
Por la espesura del alba.
Traen a mi conciencia
Los susurros de tu alma.
Fuera, en el exterior,
Hay un ruido espantoso.
La gente no ama la calma.
Anda despistada y alocada.
Aquí, sentado en la ribera
De tu cariño y de tu amor,
He apreciado lo humano y lo divino.
Gracias, Señor.
Felipe Santos, padrecito salesiano
BENDICIONES