Para educar a los hijos
Los hijos son como los barcos
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
La educación que los padres imparten no termina nunca, pues
siempre tendrán su experiencia para ilustrar y compartir, no solo
con sus hijos, sino con sus nietos y conocidos.
Sin embargo, eso no implica que los padres hayan de tener
siempre a sus hijos sujetos a su lado. Es preciso, educarlos en
libertad.
2) Para pensar
Las comparaciones tienen una parte que se aplica y que ayuda
a comprender mejor una realidad. Un autor, comparaba a los hijos
con los barcos.
Así, al ver un barco en el puerto, imaginamos que está en el
lugar más seguro. Pero el barco no está para permanecer ahí. Sólo
está preparándose y abasteciéndose para lanzarse luego al mar y
encontrarse con el destino para el que fue creado, saliendo al
encuentro de sus propias aventuras. Dependiendo de lo que la
naturaleza le tiene reservado, podrá desviar la ruta, trazar otros
caminos o buscar otros puertos. Podrá volver de nuevo al puerto,
donde seguro que habrá gente feliz esperándolo, pero volverá más
experimentado por el aprendizaje adquirido y enriquecido por las
diferentes culturas que conoció.
Así sucede con los hijos, por más seguridad y sentimientos de
protección que puedan sentir junto a sus padres, ellos nacieron para
navegar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus
propios retos.
El amor de algunos padres les hace pensar que el lugar más
seguro de sus hijos es junto a ellos. Se olvidan de prepararlos para
navegar y, aunque cueste soltar las amarras, y que encuentren su
propio lugar, donde podrán sentirse seguros, felices y convencidos
de que en un futuro deberán ser puerto, a su vez, para otras
personas.
Nadie puede trazar el destino de sus hijos. Pero, se ha de
asegurar que lleven en su equipaje valores como: humildad,
honestidad, disciplina, respeto, diligencia, perseverancia, gratitud y
generosidad. Esas reservas estarán en el interior de cada uno para
buscar la verdadera felicidad. Una felicidad que no es algo heredado
o transmitido y la lleven a bordo. Sino una conquista personal.
Los hijos nacieron para convertirse un día en ciudadanos de
este mundo. Los padres pueden desear la sonrisa de los hijos, más
no pueden sonreír por ellos; pueden contribuir por la felicidad de los
hijos, mas no pueden ser felices por ellos. Por ello los padres no
deben manipular los pasos de los hijos, ni éstos descansar sobre las
conquistas paternas y dejarse mantener cómodamente el resto de
su vida.
La Sagrada Escritura aconseja: “Educa al muchacho al
comienzo de su camino, que luego, de viejo, no se apartará de él”
(Proverbios 22:6).
3) Para vivir
En una entrevista a San Josemaría Escrivá, recogida en el libro
“Conversaciones”, daba el siguiente consejo en educación: “Los
padres que buscan sinceramente el bien de sus hijos, después de
los consejos y las consideraciones oportunas, han de retirarse con
delicadeza para que nada perjudique el gran bien de la libertad, que
hace al hombre capaz de amar y de servir a Dios. Deben recordar
que Dios mismo ha querido que se le ame y se le sirva en libertad, y
respeta siempre nuestras decisiones personales” (n. 4).
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