Mt 17,22-26 : Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están
exentos de impuestos
Felipe Santos, SDB
El impuesto del que nos habla el evangelio no es un impuesto
general, como los que se cobran hoy día sobre el consumo de
bienes y servicios, sino un impuesto especial al que estaban
obligados los israelitas para el mantenimiento del Templo de
Jerusalén. El origen de este impuesto se remontaba a épocas
remotas, cuando los santuarios locales eran sostenidos por las
familias del lugar, y los artículos que se ofrecían para el sacrificio
eran consumidos por los mismos oferentes (Ex 30,13.24). Este
mismo impuesto se había convertido en una carga
extremadamente pesada para el pueblo pobre, después de las
reformas religiosas y las ampliaciones del edificio que había
introducido el rey Herodes. La respuesta de Jesús a los cobradores
de impuestos que interpelan a Simón Pedro se refiere al abuso que
cometían las autoridades al hacer doble recaudación para el
Templo. Les cobraban a todos los judíos y prosélitos que vivían en
el extranjero, y al mismo tiempo les cobraban a los que vivían en
Israel, quienes, además de los impuestos ordinarios sobre el
sacrificio, debían pagar este impuesto adicional