“Vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los
enfermos” (Mt 14,14)
Felipe Santos, SDB
Esta es la forma que tiene Jesús de mostrar el
amor: mirar a la gente, experimentar la compasión
en su corazón y sanar a todos los enfermos. Pon en
práctica hoy estas tres actitudes de Jesús: mira a la
gente, no vayas de prisa y mirándote solo a ti;
compadécete, que es una forma mucho más
fecunda que el juicio de vivir a las personas; sana a
los enfermos con la sonrisa, la mirada, el amor.
¿Cómo curaré con la mirada,
si no me dejo mirar antes por Ti?
¿Cómo seré fuente de alegría,
si Tú antes no abres en mí las fuentes del gozo?
Jesús se aleja de los centros urbanos al enterarse de la
atroz muerte de Juan Bautista, pero las multitudes le
siguen. Jesús sana a los enfermos que se suman a la
multitud. Así da cumplimiento a un propósito que ha
asumido y que ha compartido con la comunidad que
camina en pos de él (cf. Mt 9,36). Propósito que ha
comenzado con la comunicación de la palabra, la misión
compartida, la lucha solidaria contra el mal y la asunción de
la responsabilidad pastoral. En este episodio la comunidad
(Jesús y discípulos más cercanos) amplía sus límites en el
momento en que el mismo Jesús comienza a compartir su
propio alimento, de modo que se solidarizan con el pueblo
de Israel, que busca el camino del Señor con sincero
corazón. El alimento compartido es escaso, sin embargo la
bendición que se imparte al comenzar la cena y la
generosidad al repartirlo hacen que sea abundante. La
precariedad de recursos no es un obstáculo ni para seguir
a Jesús ni para hacer realidad su propuesta. Los doce
canastos llenos de sobras simbolizan la eficacia de esa
acción profética de Jesús, que convierte la escasez en una
ocasión para la solidaridad.