COMO EN CASA EN NINGÚN SITIO
La familia es uno de los grandes tesoros que tiene la cultura
española . Incluso me atrevería a decir que es algo muy
importante para todos los que hablamos español. Una herencia
que no deberíamos perder. Todo lo contrario, hay que cuidarla,
sanearla y aumentarla. Todo el mundo puede poner su grano de
arena, nadie se puede cruzar de brazos, “eso no va conmigo”.
La familia, la casa y el hogar es lugar de encuentro , donde la
persona empieza a vivir en común, donde aprende a respetar las
diferencias y donde se experimenta con más frecuencia un amor
gratuito. El niño y la niña son amados por una lógica del corazón.
Esta experiencia llega a las mismas entrañas, rayando el límite de
lo religioso. Por eso, la familia ha sido considerada por el
cristianismo como “iglesia doméstica”, lugar de gracia, salvacin
y donde la presencia del Resucitado en medio de los suyos se
hace realidad. Muchas veces la televisión impide escucharnos y
dialogar entre nosotros. Es más importante la ocurrencia de un
niño o niña que el mejor reportaje de la tele. Son buenos los
medios de comunicación pero es más constructivo el encuentro
entre las personas. Los mejores amores se pierden cuando no hay
comunicación.
La belleza de un hogar va más allá de la armonía y riqueza de la
vivienda . Puede darse una verdadera mansión con un lujo de
detalles que le dan un estilo muy agradable, pero si falta la
armonía, el respeto de las personas y el cariño, toda la belleza cae
por el suelo hecha añicos. El hogar va más allá de un edificio.
¡Cuantos hogares convertidos en dormitorios! En lugares para
refugiarse de las inclemencias del tiempo y para desconectarse del
trabajo.
Hay un gesto muy casero: “ponerse las zapatillas”. Es una forma
de descansar, de relajarse y sentirse a gusto. “Como en casa en
ningún sitio”.
Me parecen significativos los símbolos religiosos y el hogar . Son
exponente de lo que llevamos por dentro. Una imagen, un icono,
un cuadro, una frase de la Biblia, la misma Biblia abierta y
colocada en un lugar digno y apropiado… aportan la sensacin de
acogida y protección para todos los que se acerquen a nosotros.
Dan un toque especial. Revelan el misterio de Dios.
No olvidamos una cualidad señaladamente presente en el
ambiente bíblico: la acogida y la hospitalidad . Una nota muy
característica de la tradición cristiana. El hogar está abierto para el
visitante para que goce y se sienta bien entre nosotros.
Resulta imposible recoger en un ramillete las distintas funciones
de un hogar. El “Grupo de María” ha resumido en una serie de
verbos que armoniosamente conjugados forman un canto a la
belleza de la vida. Aquí están: “conversar, estar juntos, compartir,
respetar, pensar, reflexionar, rezar, trabajar, cocinar, comer, jugar,
disfrutar, reír, bromear, llorar, sufrir, pelear, perdonar, gritar,
burlar, fastidiar, criticar, enfadarse, reñir, envidiar, corregir-
castigar, mandar, obedecer, educar, cuidar, mimar, achuchar,
besar, amar…”
Por último, Dios en el centro . ¡Es mucha la responsabilidad y a la
vez la fragilidad humana! Llevamos un gran tesoro en vasijas de
barro. Necesitamos la ayuda de Dios. “Con la sabiduría se
construye una casa y con la prudencia se afianza” (Prov 24,3). “Si
el Seor no construye la casa, en vano se cansan los albailes”
(Salmo 127). El Señor es el que pone cada cosa en su lugar. Sin
Él todo es desorden. ¡Qué bueno es creer! Merece la pena poner la
confianza en Dios. No sabe lo que se pierde el que se olvida y no
quiere cuentas con Dios. Está en juego la felicidad humana y la
calidad de vida. ¡No te lo pierdas!
Lucio del Burgo