La devoción al Sagrado Corazón y los últimos tiempos
Rebeca Reynaud
Hablar del Corazón de Jesús es hablar de la bondad de Dios. Esta devoción tiene un
papel crucial en nuestros días, igual que la devoción a la Preciosa Sangre y a las
llagas de Cristo. A muchos les gusta decirle a Jesús esta jaculatoria: “Dentro de tus
llagas, escndeme”.
Benedicto XVI va a consagrar la juventud del mundo al Sagrado Corazón de Jesús
en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, para revivir en nosotros la
experiencia del discípulo amado que contemplando el Corazón abierto de Jesús en
la Cruz, cree en su amor y se convierte en su testigo. “El que lo vio da testimonio”
(Jn 19,35).
Un antiguo antecedente está en el siglo XIII, siglo de Santa Gertrudis la Grande
(1256-1302), que fue una religiosa benedictina alemana, de gran cultura filosófica y
literaria. En la fiesta de San Juan Evangelista, Santa Gertrudis tuvo una visión de
Nuestro Señor, quién le permitió descansar su cabeza en la Llaga de Su costado. Al
escuchar el palpitar de su Corazón, ella se volvió hacia San Juan, allí presente, y le
preguntó si había escuchado lo mismo cuando se reclinó sobre el pecho del Señor.
Le preguntó porqué guardó un silencio absoluto sobre ello, para nuestra
instrucción. El santo le contestó:
“Mi misión era escribir, para la Iglesia que estaba aún en su infancia, escribir algo
que diera motivo al hombre de ejercitar su intelecto aunque no pudiera poseer un
conocimiento completo y satisfactorio. A los últimos tiempos les está reservada la
gracia de oír la voz de esos benditos latidos del Sagrado Corazón de Jesús. A esa
voz, el mundo, debilitado en el amor a Dios, se renovará, se levantará de su letargo
y, una vez más, será inflamado en la llama del amor divino por la revelación de
estos misterios”. Legatus divinae pietatis , IV, 305; "Revelationes Gertrudianae" ,
ed. Poitiers and Paris, 1877.
Santa Gertrudis sufrió diez años enfermedades penosas y murió el 17 de noviembre
de 1302.
Margarita María de Alacoque (1647-1690) nació en Borgoña, Francia. Fue la
quinta de 7 hijos. El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan Apóstol, Margarita
estaba arrodillada ante el Santísimo Sacramento y tuvo la primera revelación del
Señor. Ella lo cuenta así: "Estando yo delante del Santísimo Sacramento el Señor
me hizo reposar sobre su pecho divino, y me descubrió las maravillas de su amor y
los secretos de su Corazón. El me dijo:
"Mi Divino Corazón está tan apasionado de Amor a los hombres, en
particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas de su
ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti para
enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo, los
cuales contienen las gracias necesarias para separarles del abismo de
perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad, a fin de que sea
todo obra mía (...). Luego, me pidió el corazón, poniéndolo en el suyo,
desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en
el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida,
diciéndome: He ahí, mi bien amada, una prenda de mi amor, que encierra
en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de
corazón y te consuma, y cuyo ardor no se extinguirá; te marcaré con la
Sangre de mi Cruz, lo que te reportará más humillaciones que consuelos. Y
como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada
imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará su dolor
y, si hasta el presente has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy
el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón ."
En la segunda aparición, continúa Margarita , "me hizo ver que ¾el ardiente
deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de
la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número¾ le había
hecho manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor,
de misericordia, a fin de que cuantos quieran rendirle honor, queden
enriquecidos con los divinos tesoros del Corazón de Dios (...). Que
esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere
expuesta su santa imagen, y que tal bendición sería como un último
esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos
siglos de la Redención, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, para
ponernos en la libertad del imperio de su amor."
Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir
mucha oposición. En el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi,
tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una vez entre otras, escribe Margarita, " Jesucristo, mi Amado, se presentó
delante de mi resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas brillantes,
como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de
todas partes pero, sobre todo de su pecho, que parecía un horno
encendido. " Entonces Jesús explicó que había llegado hasta el exceso con los
hombres, de quienes no recibía sino ingratitudes.
Dice Jesús a Margarita: "la ingratitud humana fue lo que más me dolió en mi
Pasión, si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo
que hice por ellos; (…) . Sin embargo, sólo frialdades y desaires tienen para
mí". Ante estas palabras, Margarita solo podía expresar su impotencia, Él le
replicó: "Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte." Y del Corazón
abierto de Jesús salió una llamarada tan ardiente, que pensó que la iba a consumir.
Jesús dijo: "Yo seré tu fortaleza, nada temas, sólo has de estar atenta a mi
voz (…). Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto
como la obediencia tenga a bien permitírtelo; recibirás algunas
mortificaciones y humillaciones como gajes de mi amor. Comulgarás todos
los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré
participe de la tristeza mortal que sentí en el Huerto de los Olivos, esa
tristeza es una especie de agonía más difícil de soportar que la
muerte. Póstrate conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto
para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para
aliviar la amargura que sentí por el abandono de mis apóstoles. No hagas
nada sin permiso de los que te guían, a fin de que el demonio no pueda
engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes."
En otro momento, Santa Margarita explica: Entendí que la devoción al Sagrado
Corazón es el último esfuerzo de su amor hacia los cristianos de estos últimos
tiempos, para persuadirlos de amarle y salvarles. St. Margaret Mary, Antichrist
and the End Times, Fr. Joseph Iannuzzi, p. 65.
La cuarta revelación se considera la más importante. Durante la octava del Corpus
Christi de 1675, cuenta Margarita: Estando ante el Santísimo Sacramento, el Señor
me descubrió su Corazón y me dijo " He aquí el Corazón que tanto ha amado a
los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y
consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe,
de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y
sacrilegios, frialdades y menosprecios en este Sacramento de amor. Lo que
más me duele es que se porten así los consagrados. Por eso te pido que el
primer viernes, después de la octava del Corpus, se celebre una fiesta para
honrar a mi Corazón".
El 17 de octubre del 1690 Margarita entregó su alma a su Señor, a los 43 años.
Tres años después de su muerte el Papa Inocencio XIII empezó un movimiento que
abriría las puertas a esta devoción. En 1856 el Papa Pío IX extendió la fiesta del
Sagrado Corazón a toda la Iglesia. En 1920, Margarita fue elevada a los altares por
Benedicto XV.
El profeta Isaías dijo que antes del “Día de su Ira” se ofrecería a la humanidad “la
fuente de salvación”, esa fuente es el Corazón de Jesús. Estamos viviendo el último
esfuerzo que Dios hace, antes de la purificación del mundo.
Los “últimos tiempos” abarcan desde la venida de Cristo hasta nuestros días, pero
en sentido estricto, los últimos tiempos van desde 1948, fecha del inicio del Estado
de Israel, hasta la fecha. En el siglo XXI, el padre Wilson Salazar nos dice: Cuando
fui mal sacerdote, nadie dijo nada. Me iba tras las pasiones y el libertinaje. Ahora
que hablo de la verdad, me han acusado y me han perseguido. Vigilad y orad los
tiempos del Apocalipsis están aquí, el que tenga oídos que oiga. Los signos de los
tiempos están presentes, los Ángeles del flagelo Divino están actuando en el mundo
y vienen cosas terribles aun, pero nadie hace caso a los signos que se presentan en
todo el mundo, la naturaleza se revela contra el hombre por su crueldad para
decirle que debe volver su corazón al Creador. Se trata de prepararnos también
para la persecución y para el martirio: es el camino angosto de que habla el
Evangelio.
Continúa el Padre Wilson: Jesús nos dice: “¿Quieres ser fiel a mí? Te pongo la
Cruz”. Dios es amorosamente exigente. Ama al Seor presente en la Eucaristía,
consiéntelo en tu corazón. Dios nos ama profundamente, quiere que seamos
radicales, que no haya mediocridad en nosotros. En los últimos tiempos sólo
aguantarán los embates del maligno los que se hayan mantenido en la verdad. Hoy
se ve mucha mediocridad: gente hablando en la Iglesia, o mascando chicle… Esos
sucumbirán en la hora de la prueba.
A Santa Faustina, Jesús le dijo: “Por ti descendí del cielo a la tierra, por ti me dejé
clavar en la Cruz; por ti, permití que una lanza atravesara mi corazón para
brindarles una fuente de misericordia. Vengan pues a ella tomar las gracias que
quiero darles: De la fuente de mi corazón salen las gracias para todas las almas.
Las llamas de compasión me queman. Habla al mundo entero de mi
misericordia”. Jesus to St. Faustina, Divine Mercy in My Soul , n.1485, 1190.
Pío XII dejó dicho: Que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la soberanía de
su reino se extienda más extensamente en el mundo: “el reinado de vida y
verdad”, el reinado de gracia y santidad; el reinado de justicia, amor y paz. POPE
Pío XII, Haurietis Aquas , Encíclica sobre la Devoción al S. Corazón, n. 126.
Pasamos ahora a una breve anécdota. Un hombre había pintado un cuadro donde
Jesús aparecía tocando a una puerta, aludiendo a esa frase del Apocalipsis que
dice: “Estoy a la puerta y llamo”. El día de la presentación al público, asistieron las
autoridades locales, fotógrafos, periodistas y mucha gente, pues se trataba de un
artista reconocido. Llegado el momento, se tiró del paño que velaba el cuadro.
¡Aaah…! Hubo una expresión de asombro y un caluroso aplauso. Era una
impresionante figura de Jesús, con una linterna en la mano, tocando a la puerta de
una casa que parecía algo abandonada. La puerta tenía yerbas, lo que daba la
impresión de descuido. Jesús aparecía vivo, con el oído junto a la puerta, parecía
querer oír si dentro de la casa alguien le respondía. Hubo muchos comentarios;
todos admiraban aquella preciosa obra de arte. De pronto, un observador encontró
un fallo en el cuadro: ¡Fíjense, la puerta no tiene cerradura! … Así que se dirigió
prontamente al artista:
¾"La puerta no tiene cerradura…".
El pintor respondió:
¾"Efectivamente, la puerta no tiene cerradura porque esa es la puerta del corazón
del hombre, y el corazón sólo se abre desde dentro".