Fortaleza en la fe y formación doctrinal
Rebeca Reynaud
Pocos días antes de la conversión al catolicismo del Cardenal Henry Newman, un
amigo intentó disuadirle:
¡Piensa bien lo que vas a hacer! Si te haces católico, pierdes cuatro mil libras al
año, un ingreso considerable.
Newman contestó:
Y ¡qué son cuatro mil libras en comparación con una comunión!
El cardenal Newman decía al Seor en su oracin: “Dame diez santos y convertiré a
Londres”. Para estar fuertes en la fe, ayuda estar fuertes en la formacin doctrinal.
Antes la sociedad tenía un humus cristiano, ahora no sucede, por lo que
necesitamos una actitud apologética en sentido positivo. Benedicto XVI recuerda, al
comentar a los Padres de la Iglesia , que esta gente daba a su vida y a su trabajo
un sentido apologético, buscando razones para mostrar a los demás cómo lo que
enseñaba el cristianismo era razonable, y razones para explicar bien la fe: no sólo
defender sino también difundir.
Yo tengo mucho que ver con el presente de la Iglesia y con su futuro. Hemos de ser
hombres de fe, de Dios. Dios nos da sobreabundantemente. Dios ha previsto desde
la eternidad todo un plan, perfecto, concreto y detallado, para formar en nosotros
la nítida imagen de Cristo; y lo va logrando si rezamos, estudiamos y fortalecemos
nuestra fe.
El campo que da más fruto es el que se roturó, se cultivó y se regó; es un campo
trabajado que pide tiempo. La fe, aparentemente débil, es la fuerza del mundo.
El mayor servicio que podemos hacer al mundo es dar buena doctrina ya que la
ignorancia es el peor enemigo de la fe. La fidelidad al Magisterio es lo que ayuda a
salvaguardar la fe, estar atentos a lo que escribe el Papa y meditarlo, rezarlo.
Una parte de la fuerza interior de la gente viene por la formación doctrinal, por eso
es necesario dedicarle tiempo diario o semanal al estudio. El fundador del Opus Dei
les decía a los muchachos del Colegio Romano: No quiero quitaros ni un minuto de
trabajo intelectual .
Estudiar es construir la casa sobre roca; quien la construye sobre arena puede
hacer algo bonito, pero superficial: una fachada, pero al primer vaivén aquello se
derrumba. La formación doctrinal da las raíces, da solidez a la vida interior. Buena
parte de nuestra la apostólica depende de la profundidad con que hagamos se los
estudios bíblicos y doctrinales; para ello ayuda mucho leer pausadamente el
Evangelio y el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
Es importante unir la formación doctrinal con la piedad: la teología se estudia bien
cuando esa materia se hace materia de oración. Es importante unir la realidad
teológica a la vida interior, de otro modo no se ha entendido el sentido de la
formación doctrinal. Luego, consultar con mucha frecuencia el Catecismo ya que es
un verdadero tesoro que tiene que apoyar los distintos temas.
En una conferencia a catequista s [1] , el Cardenal Ratzinger decía: Evangelizar es
enseñar el arte de vivir (...) La pobreza más profunda es la incapacidad de alegría,
e l tedio de la vida considerada absurda y contradictoria. Esta pobreza se halla hoy
muy extendida, con formas muy diversas, tanto en las sociedades materialmente
ricas como en los países pobres. La incapacidad de alegría supone y produce la
incapacidad de amar, produce la envidia, la avaricia..., todos los vicios que arruinan
la vida de las personas y el mundo. Por eso, hace falta una nueva evangelización.
Si se desconoce el arte de vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero este arte no es
objeto de la ciencia: sólo lo puede comunicar quien tiene la vida, el que es el
Evangelio en persona.
Es bueno partir de la realidad, conocer a la gente a quien se trata de catequizar. El
Periódico Excelsior, el 16 de abril del 2006, dice:
Los mexicanos creen:
En Dios, un 94%
En la Virgen María : 87%
En el Cielo: 82%
En los Ángeles: 82%
En milagros: 77%
En el diablo: 63%
En el purgatorio: 57%
Fuentes oficiales: Secretaría de Gobernación, INEGI, Consulta Mitofsky, UNAM y
recopiló Lucía Irabien.
La evangelización y catequesis actualmente tiene carácter de urgencia. Aprendemos
por el estudio. Esto no quiere decir que Dios no dé iluminaciones. Puede darlas,
pero ésta no es la manera ordinaria.
San Josemaría Escrivá decía: No hay fanatismo en la abundancia de fe. Hay
fanatismo en la falta de caridad. Hijas e hijos míos, ¡fe, sin miedo al fanatismo! (19
III 1967).
San Agustín habla de la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre. Construir la Ciudad
de Dios es procurar la salvación de las almas... y eso implica abnegación y
sacrificio. Implica estudio y afán por conocer la verdad de la vida, de las ciencias y
del arte.
Hoy día hace mucha falta hablar mucho de la vida eterna y también de las
postrimerías. El tiempo es brevísimo. Un minuto concedido a la comodidad es un
minuto sustraído a la gloria de Dios.