“El que escucha estas palabras mías y
las pone en práctica se parece al que
edificó su casa sobre roca” (Mt 7,24)
Felipe Santos, SDB
De la unión con Jesús, le viene a la
persona la fortaleza; de la puesta en
práctica de su camino de las
bienaventuranzas, le viene la alegría.
Lleva siempre en el corazón una palabra
de Jesús. Dale el verdadero abrazo a la
palabra de Jesús en la vida.
Con María, acojo tu Palabra, Señor. Con
María, dejo que tu Palabra ocupe mi
corazón. Con María, dialogo con tu
Palabra. Con María, aprendo a estar en la
Palabra. Con
María,
ofrezco
gratuitamente tu Palabra.
La vida trae consigo muchas dificultades, y
más, la vida cristiana las traerá por añadidura.
Por eso, debemos construir nuestra casa sobre
la roca que es Jesús mismo, para soportar
todas las adversidades que se nos vengan.
Quien no vaya cimentando su opción de vida
cristiana en Cristo, fácilmente sucumbirá ante
la calamidad. Por eso, no todo el que diga
¡Señor! de pura boca puede decir que anda en
la luz. Jesús es bien claro: “Quien escucha
estas palabras mías y no las pone en
práctica…”, quien sabiendo lo que tiene que
hacer no lo hace, ése no es digno de llamarse
discípulo de Cristo. ¡Ha sido una ruina terrible!
Es un hombre necio. En cambio, “quien
escucha la palabra y la pone en práctica”, ése
sí es digno de llamarse discípulo de Cristo,
hombre prudente, que sabe lo que quiere y a
dónde va. El que confía plenamente en el
Señor, no le teme a ninguna tempestad; ni esa
tempestad derrumbará lo que ha construido
con esfuerzo y dedicación, con escucha atenta
y disponibilidad .