“No atesoréis tesoros en la tierra” (Mt
6,19)
Felipe Santos, SDB
Donde está el tesoro, allí está el corazón.
La vida es una oportunidad para poner el
corazón en lo que de verdad vale. Los
cimientos y la fama son cimientos de
arena para una vida. Haz un alto en el
camino. Pregúntate con sinceridad:
¿Dónde pongo mi seguridad?
Protege, Señor, mi mirada. Cambia mi
afán posesivo por la limpieza de corazón.
Haz que camine con libertad.
Muchas veces, las cosas materiales pueden
causar egoísmos y envidias. Obviamente,
quien se apega a lo material no puede ser
llamado discípulo del Señor, simple y
llanamente porque no es libre para actuar; está
apegado de tal forma a las cosas, que no podrá
dejarlas para entregarse al proyecto de Jesús,
el Reino. El Señor mismo lo dice claramente:
“Donde está tu tesoro, allí estará también tu
corazón”. Dice un refrán popular: , y Jesús
expresa una idea similar: “La lámpara del
cuerpo es el ojo”. La mirada expresa enfado,
odio, ofensa, tristeza, dolor, alegría,
tranquilidad, paz… La persona generosa,
entregada, servicial alumbra con su mirar,
mientras que la tacaña y egoísta vive en las
tinieblas de la avaricia y la codicia. Mantener
los ojos fijos en el Señor significa mirar desde
él la realidad que nos rodea y buscar, por todos
los medios, su transformación para el bien de la
humanidad, en especial de los más pobres. La
lucha por un mundo mejor, más justo, más
digno para todos, es una de las prioridades de
nuestra labor como evangelizadores-
humanizadores.