Jn 15,26—16,4a : El Espíritu de la verdad
dará testimonio de mí
Felipe Santos, SDB
Jesús reafirma una vez más la necesidad de fortalecer la
identidad entre él mismo y sus discípulos; es decir, hace un
llamado a la fidelidad, a mantenerse firmes, pase lo que pase.
Para la época de la redacción de Juan, los cristianos habían sido
ya expulsados de la sinagoga; esto es, habían tenido que
abandonar el seno del judaísmo para comenzar a construir su
propia identidad cristiana, su propio “camino”. Quizás para
muchos cristianos la expulsión de la sinagoga pudo haber
significado el acabóse, el fin del movimiento cristiano. Sin
embargo en los grandes líderes de las comunidades primitivas
parece que hay una aceptación, si se quiere gozosa, de este
hecho, pues va permitiendo la libertad y la autonomía. De ahí
la insistencia del evangelista en mantenerse unidos a Jesús
como las ramas al tronco, de amarse mutuamente, de mantener
siempre vivo y actuante el don de la paz que han recibido de
parte del Señor, y de esperar contra cualquier cosa el don
definitivo del Espíritu.
El discípulo que ama y que conserva la unidad, no teme
persecución alguna.