¿INCIRCUNCISOS DE CORAZÓN?
Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te
condenará a ti,
que con la letra de la ley y con la circuncisión eres trasgresor de la ley.
Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace
exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en
espíritu, no en letra;
la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios. (Romanos 2:27-29)
Siempre que se lee este pasaje sobre los judíos, viene a la mente la
pregunta ¿se puede trasladar esta afirmación a los cristianos? Creo que sí;
rotundamente, creo que sí. ¿Estamos circuncidados espiritualmente para Dios, pero
no le damos a la salvación, la majestad, y la trascendencia que se les debe, por ser
de tan decisiva trascendencia para nuestras vidas.
Decía un antiguo clérigo, que las cosas de afuera nos ciegan ante las
postrimerías de todo ser. Ahora con tanta información, y los espejuelos de la vida
moderna con sus adelantos técnicos, parece que esta cuestión está fuera de todo
pensamiento. Cuando se habla de morir, el terror por la mención se deja ver en
todos.
Por supuesto hemos sido creados para vivir y a nadie le gusta la idea de
morir, aunque todos sabemos que es algo ineludible. Pero sin fe y sin esperanza, la
verdad es que es difícil; así vemos los comportamientos de muchos, que apuran la
vida con sus malas consecuencias para ellos, solo porque creen que todo lo tienen
aquí en esta esfera de la vida.
Despiertan la envidia de muchos, que les ven mofarse de todo lo sublime,
y prosperar hasta que les llega el día de la derrota y la muerte, que a nadie
perdona. Nadie escapa de las postrimerías de la muerte, el juicio, el infierno o la
gloria. Se dice que nadie ha vuelto de allí para decirnos lo que hay, pero Jesús
resucitando nos dejó bien establecidas las cosas escatológicas, y tenemos
abundantes testimonios.
Que hay quien cree más a una revista o periódico amarillo que a las
Escrituras es obvio, pero eso no quita nada de poder al testimonio del Evangelio.
Por el contrario la refuerza. La sangre de los mártires era y es la semilla de nuevos
cristianos. Cada cual, en cierto modo, se labra su salvación o su ruina. Que unos
hombres jugándose la vida, las familias, los bienes, y se lancen a proclamar el
mensaje evangélico, ya dice mucho de los testimonios de aquellos hombres.
Que San Pablo desprecie, y se ponga en contra de los privilegios de que
disfrutada como fariseo y hombre de confianza de los poderes religiosos, dice
mucho de la realidad de las revelaciones, y de la clara noción que tenían aquellos
primeros cristianos, que habían oído y como dice Juan, visto y palpado, a
Jesús. (1ª Juan 1:3)
Nadie puede quedar donde no gusta estar, y así unos se acercan a Dios, y
en Dios viven desde ahora, y por la eternidad. Otros en cambio, desprecian la
salvación de Jesús, y durante la eternidad sufrirán eterna damnación, apartados de
la vida de Dios y de la Gloria de su poder. (2ª Tesalonicenses 1:8,9)
Crea cada cual lo que quiera, que la verdad prevalece invariablemente, y
seguirá triunfando como corresponde a su grandeza. Dios no puede ser burlado,
pues todo lo que el hombre sembrare eso también cosechará . (Gálatas 6:7) Y eso
es lo que hay. Nadie se queje de no conocer, pues estamos una legión de testigos,
dando a conocer el camino de la salvación por la sangre de Jesús. El que ignora,
ignore.
Nosotros, nos ponemos bajo la misericordia de Dios continuamente, pues
el viejo hombre pugna siempre por salir a la palestra para dirigirnos por el camino
de oscuridad. Resistamos por gratitud a quien dio todo por nosotros, y por nuestra
propia conveniencia.
Rafael Marañon