ALGO MÁS QUE PALABRAS
HAZ UNA COSA
Hacer las cosas por las cosas, que jamás la rosa reclama su perfume,
decía un poeta amigo. La UNESCO y la Alianza de Civilizaciones de las
Naciones Unidas nos invitan a cada uno de nosotros, entiendo, no a hacer lo
que se quiere, sino a hacer lo que se debe. Motivada la celebración por el
Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo (21 de
mayo), la campaña comunitaria no puede ser más clarividente: “Haz una
cosa por la Diversidad y la Inclusión”. Por si mismo, ser, ya es hacer. No
hay otra manera de hacer un amigo que serlo. Ahora bien, sepamos que sin
igualdad armónica ninguna amistad es posible. Tampoco hay otra manera
de hacer un mundo pacifista que con hombres de paz. La concordia, desde
luego, hace crecer las pequeñas cosas que son las que realmente nos llenan
por dentro y se refleja por fuera.
Una cosa has de hacer, hemos de hacer, ser humanos. Qué menos.
Tan importante es tener un trozo de pan que llevarse a la boca como recibir
amor y cuidados. Por mucha diversidad de expresiones culturales que nos
cobijen a unos y a otros, el universo de los afectos mueve montañas y las
mueve para todos. A veces una palabra o un abrazo despreciado hiere más
profundamente que una espada. El diálogo, basado en la consideración
hacia toda persona, es fundamental. Sin mutua comprensión y respeto
entre culturas y pueblos no hay forma de encender un lenguaje que nos
hermane.
Evidentemente, todos tenemos que hacer cosas por el ser humano. El
mundo se mueve por y para el ser humano. Es el gran protagonista.
Considérese, además, que nace y renace mucho más a partir de la unidad,
de la unión. Entonces, la fraternidad que al presente el mundo precisa no se
puede establecer mediante ideologías y mucho menos por decreto de un
poder constituido. Se deben reflexionar esa variedad de pensamientos, que
por otra parte es la ley suprema del universo, y reconsiderar esa armonía
en su conjunto. Únicamente juntos podemos construir un desarrollo humano
íntegro e integral, integrador en suma, para que sea en beneficio de la
humanidad.
El bien de la humanidad- decía el novelista Aldous Huxley- debe
consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin
disminuir la felicidad de los demás. Ahí radica la cuestión del haz de cosas
que podemos (y debemos) sembrar y compartir: bienestar, prosperidad,
satisfacción, bonanzas y glorias. Como se sabe, es universal el derecho a
ser felices y a buscar esa felicidad en la felicidad de su semejante. Esto
exige, ciertamente, crecer en el amor cada día. Idea contraria a lo que el
mundo actualmente propicia: saber mucho para poder más en lugar de
servir mejor, alcanzar la mejor posición social en vez de ayudar a los que se
quedan atrás. Pienso que la gran asignatura pendiente de los moradores del
planeta pasa, pues, por atreverse a amar, sin condiciones ni condicionantes.
Hoy puede ser un gran día para osarse. El amor es el único verso capaz de
sobrecogernos, la única fuerza capaz de cambiar el pulso de nuestros
latidos y el latido de la humanidad entera.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
18 de mayo de 2011