Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Los funerales de Dios
El hombre moderno despertó del sueño de la fe porque fue capaz de conocer
las cosas científicamente. Desde entonces ya no cree en nada que no sea
comprobable. Se dio cuenta de que Dios no existe, que simplemente era una
proyección de su propia imaginación. La razón finalmente vencía a Dios, que
es el recurso de los ignorantes. Dios retrocedía en la medida en que el hombre
avanzaba. De este modo se organizaron los funerales de Dios, cuando todo
estuviese debidamente explicado. ¡Insensatos! Después de tres siglos de
euforia racionalista nos damos cuenta que las cosas explicadas tienen aún más
necesidad de ser explicadas que las otras.
Según admite el físico nuclear Werner Heisenberg, la realidad está constituida
de tal modo, que también lo improbable es en principio susceptible de ser
pensado. El científico, premio Nobel, lo resume en esta frase: “ El primer sorbo
de la copa de la ciencia vuelve ateo, pero en el fondo de la copa está
esperando Dios ”. Francis S. Collins, científico americano, premio Príncipe de
Asturias de Investigación, llegó a la misma conclusión cuando descubrió la
espiral del genoma humano. También él cayó rendido ante la sabiduría de Dios
que ha hecho todo con magnificencia. El Papa Benedicto nos dice por su parte:
Un poco de ciencia embriaga la mente, pues los conocimientos aislados
pueden llevar al ateísmo, porque con ese poco se piensa que ya se sabe todo,
pero no basta, hace falta ir más adelante y alcanzar una percepción del
conjunto donde está Dios sin lugar a dudas ”.
Los grandes científicos nos dan lecciones de modestia intelectual y nos
enseñan a evitar la ridícula postura del que se jacta de sabio sólo porque
descubrió el hilo negro o se encuentra bajo los efectos de la embriaguez del
que apenas está estrenando el cerebro.
A partir de Dios es como logramos armonizar los distintos niveles del
conocimiento empírico, matemático, metafísico, teológico y místico. Sólo a
partir de Dios se puede establecer una ética sobre la cual establecer un código
de derecho nacional e internacional que respete la dignidad de la persona. Sólo
en Dios podemos abrirnos a las necesidades del prójimo para acabar con la
vergonzosa distancia que separa a los países del primer y tercer mundo.
La erudición ha perdido lo esencial y la actitud extremadamente crítica ante la
realidad quiso llevar a Dios hasta su mismo funeral. A través de Cristo y de la
Iglesia el saber de Dios se nos acerca de modo creíble, como dice el padre
Theilhard: “Dios colocó más allá de la biósfera y de noosfera, una esfera nueva
en la que el hombre y el mundo llegan a la unidad con Dios”.
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