LOS CUENTOS DE HOFFMAN
La barcarola suena, cadenciosa,
Y a naves de tramoya el curso traza.
A disfraces de máscaras emplaza
En la fiesta de amor tumultuosa.
La muchacha del palco, ruborosa,
Descubre la mirada que la abraza
Desde la sala oscura. Se entrelaza
La ficción de la escena con la rosa
De la pasión reciente florecida.
El corazón navega con soltura
En las alas de la dulce melodía.
Manantiales de luz amanecida
Esplenden en la escena. La ventura
De amor eterno anuncia eterno día.
Sólo en la eternidad se halla
La verdadera e inacabable sinfonía.
Felipe Santos, el padrecito salesiano