SIEMPRE COMO NIÑOS
Señor,
Cuando en estos días
Vuelven los niños al colegio,
Pienso en mi vida entera,
En mi infancia que nunca muere,
Mientras cultive el niño
Que llevo dentro.
La infancia espiritual,
De que hablas en tu Evangelio,
Es la mejor medicina para luchar
Contra la vejez y La cercanía
De los jóvenes en los que sueño.
¡Qué alegría siento, Señor,
en mi silencio,
cuando escucho la sinfonía de niños
y niñas en el patio y aulas del colegio.
Mi silencio se hace plata y oro
Cuando los veo y los contemplo.
Son una llamada viva y limpia
Como la luz de los luceros.
Señor, gracias por el niño que vivo
Y siento muy adentro.
Felipe Santos, padrecito salesiano