“Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por
el que es veraz” (Jn 7,28).
Felipe Santos, SDB
A Jesús le aflora en la noche la experiencia honda
de saberse amado por el Padre. Le da fuerza saber
que su Padre, que es veraz, está siempre con Él. La
experiencia que tienes de Dios es fundamental para
no caer en la tentación en las horas de prueba. Oras
cuando te fías de Dios y “dejas tu cuidado entre las
azucenas olvidado”.
Ayúdame a vivir consciente de esta realidad: En ti
soy, me muevo y existo. Tú eres mi ver
La fiesta de las chozas era la más popular de todas las que
se celebraban en Jerusalén. Los jefes judíos andaban
buscando a Jesús para matarlo, por eso no puede ir él
abiertamente, sino que lo hace de incógnito. Se presenta
en el Templo cuando ya la multitud le sirve de escudo
protector. Y, desafiando a la institución, proclama
solemnemente que él viene de Dios y que, si ellos no lo
reconocen, no es por culpa de sí mismo, sino porque ellos
han abandonado los mandatos de Dios por seguir
mandatos puramente humanos. Tienen mala voluntad y
son represores, por eso el pueblo les tiene miedo y no se
atreve a expresar qué piensa de Jesús. Jesús enseña en el
templo y enuncia dos criterios para distinguir quién es de
Dios y quién se aprovecha del nombre de Dios para oprimir
al pueblo: Todo el que sirve a la vida y bien de la gente
viene de Dios. Todo el que oprime y busca ganar prestigio
personal no es de Dios. ¿Y por casa cómo andamos
nosotros?