ANDANDO ALEGRE AL SOL
Felipe Santos, padrecito salesiano
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¡Qué belleza, Señor, ante las paredes, las flores y la luz de
tu sol!
Voy al rumbo del castillo azul
donde habita una sabia princesa
con su encanto llena de nobleza
y su porte con lentes contra la luz.
Voy al lago de miel cristalino
a cantar mis poemas de cariño desbordante,
a vivir con poesía cada instante,
a mirar ese rostro bendito.
Es mi niña creadora del mundo
donde yo me dispongo a vivir,
para volver nuevamente a sentir
la emoción de tener un futuro.
¿Que tendrá tu cabeza encantada
que me pinta paisajes hermosos?
De tu boca despiertan gozosos
cuentos bellos de frases doradas.
Eres tú como un hada divina
que en mi mundo de fe apareció
que mi vida completa cambió
con su magia, su amor, su sonrisa.
Sorprendente es que seas tan pequeña
y me lleves al mar del cariño
a flotar encontrando el destino
que tú alumbras cual mágica estrella.
Amiga hermosa, soy tu admirador
quien aprende de ti cada día
inundado de inmensa alegría
con tu magia y tu gran corazón.
Yo por ti comprendo mi misión,
eres tú el despertar del cariño
y entregado me siento tranquilo
con tu gran aliciente de amor.
Tú me enseñas que la vida es bella
transformando mis penas en risas
con tus manos repartes caricias
y provocas que mi alma sea tierna.
Hoy te pido que seas tú mi guía,
que me lleves hacia el paraíso
tú que tienes el tacto preciso
de saber dónde está la alegría.
Tú me nutres del conocimiento,
das la paz a mi suerte bendita
que me dio de regalo una niña
la que me hace entender lo que quiero.
Aquí estoy extasiado ante ti
entendí que no habrá sufrimiento
tú eres quien me dará el sentimiento
para ser en el mundo feliz.
Tú me enseñas, mi sabia princesa,
lo que en libros no pude entender:
la completa conciencia de ser
un fulgor en la luz de la tierra.