ALGO MÁS QUE PALABRAS
CUANDO SE PIERDEN LOS REFERENTES HUMANOS
Nuestro mundo tiene necesidad de mentores humanos auténticos. No
es bueno que una sociedad camine sin modelos ni puntos de referencia, y
que se deje adoctrinar por el dogma de lo políticamente correcto, en lugar
de reivindicar ser dueños de la propia vida.
Nos tenemos que interesar más por la humanidad que por los
poderes, por el ser humano más que por la economía, por la persona más
que por la productividad de esa persona. Para ello, considero que hacen
falta guías elocuentes capaces de injertar ternura. Realmente, hasta ahora,
nos hemos trazado unos caminos arbolados por el odio y el interés, que no
conducen a buen puerto, y que debemos desterrarlos. Hay que humanizar
lo deshumanizado. Trasladar la felicidad profunda que se siente al
entregarse totalmente a los demás, es un modelo de vida a promover.
Desde luego, urge poner en valor una existencia plenamente orientada a la
generosidad, que responda verdaderamente a una manera de vivir y de
actuar basada en la decencia. El planeta no puede dejarse por más tiempo
en manos de estafadores, ataviados de mentiras y atrevidos a usurpar el
pedestal de los decentes, porque la justicia que predican es el pan para sí y
dejar hambriento al débil.
Hemos fracasado en humanidad. Camus lo predijo y lo dijo hasta la
saciedad, que si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad,
fracasa en todo. Debemos despertar y ponernos en acción. No se puede
vivir en una permanente decepción. Hay que globalizar un nuevo y
renovado ánimo en la sociedad, la ilusión vale cuando los referentes éticos
se toman de la mano. Estamos de enhorabuena con unos nacientes y
revulsivos modelos, se trata de los músicos malienses Amadou y Mariam,
cuya principal misión será concienciar a los pueblos de la Unión Europea
sobre la necesidad de continuar la lucha contra el hambre. Que prosiga el
ejemplo. Dejemos que las gentes de corazón nos sensibilicen, ellos son la
verdadera cultura de la humanización, frente a otras culturas
deshumanizantes que han convertido al mundo en un campo de batalla
permanente, de lucros y de combate por la vida. Por esto, en la elección de
la cultura el ser humano se juega el todo por el todo.
Sin duda, nos hace falta cultivar una cultura de reencuentro, de
revalorización del ser humano. Por otra parte, tenemos que ser capaces de
discernir con espíritu crítico las ambigüedades que nos presente este mundo
globalizado y buscar los verdaderos referentes de un progreso humano en
armonía. Frente al dramatismo que sembramos los seres humanos por la
vida, se precisa de alguien que sienta pasión por el respeto a toda persona.
Estos son los efectivos referentes que requerimos. El día que todo ser
humano sienta la pertenencia al mundo como semejante, con los mismos
derechos y deberes que otro, habrá nacido una inédita sociedad, una
inmaculada civilización, un planeta de lealtad para con su especie, un
infalible progreso humano que es lo más sublime.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
13 de abril de 2011