Reflexión sobre el Sábado Santo
Felipe Santos, padrecito salesiano
El Sábado Santo, con los sagrarios vacíos y las
imágenes cubiertas, es una oportunidad para
meditar en lo que es la ausencia de Dios, en la
fealdad del pecado, que nos aleja de Dios, nos
hace perder la visión sobrenatural de los
acontecimientos y la oportunidad de llegar al
Cielo.
Este día debemos acercarnos a la confesión que
nos perdona los pecados y nos da la fortaleza
para superar las tentaciones. La unión con Cristo
nos da alegría, paz y serenidad en todos los
momentos de la vida.
María es una mujer de admirarse, una mujer que
a pesar de haber perdido a su hijo, con su
inmensa fe convencía a los apósteles de que
Cristo iba a resucitar.
Digámosle a María que Ella es el modelo que
queremos seguir. Tratemos de vivir en nuestra
vida la verdadera devoción de María, que consiste
en imitar sus virtudes: fe, esperanza, caridad,
humildad, obediencia y su colaboración con el
plan de Dios. Hoy podemos ofrecer a la Santísima
Virgen nuestras vidas y decirle que el sacrificio de
su hijo Jesucristo y su dolor no fueron en vano.
En la Vigilia Pascual renovamos las promesas de
nuestro Bautismo renunciando a Satanás, a sus
obras y a sus seducciones y prometiendo
entregarnos para
Completar: importancia de la Resurrección y
alegrìa de la Pascua.