“Si yo echo los demonios con el dedo de
Dios, entonces es que el Reino ha llegado
a vosotros” (Lc 11,20).
Felipe Santos, SDB
Acércate a Jesús. Él echa fuera los demonios
que se apoderan de ti. Como el agua va
humedeciendo la tierra reseca, así llega el
Reino a tu corazón y te deja, como regalo, la
paz y el gozo. El Reino que trae Jesús siempre
es un regalo. El Reino que tú anuncias
también es un regalo. Ora para que el Reino
de Dios llegue a este mundo.
Ora para que se multipliquen los gestos de
liberación en todos los rincones de la tierra.
¿Por qué acusan a Jesús de usar el poder del
demonio para liberar a un hombre enfermo, si ellos
también hacían curaciones? Si consideraban que el
demonio era el causante de la enfermedad, es
absurdo que el demonio libere. Nunca la liberación
viene del que está oprimiendo, porque eso significa
que su poder se ha terminado. Pero si la liberación
es por el dedo de Dios, quiere decir que la fuerza del
Reino ha comenzado a actuar en la práctica de
Jesús. Jesús presenta el Reino como un combate
entre uno fuerte, Satanás, y Dios, que es más fuerte
todavía. Tiene tanta confianza en que Dios está
actuando a través de su trabajo que se llama a sí
mismo el más fuerte. Y aunque el anti-reino va a
ganarle la batalla de su vida, él sabe que el Padre
está respaldando con su poder liberador todo lo que
está haciendo. El dedo de Dios se vuelve hacia
nosotros y nos dice: ¿De parte de quién estás?
Frente a Jesús no hay medias tintas. O recogemos
con él o desparramamos contra él.