ALGO MÁS QUE PALABRAS
EL MUNDO TIENE QUE RECONCILIARSE
Todos con voz. El mundo tiene que reconciliarse. Está bien que
evitemos las catástrofes, que suspendamos las luchas, que potenciemos
aquello que nos une, pero la mayor victoria humana se producirá el día en
que se reconcilien los ánimos de todas las gentes. La cultura de la
reconciliación es el único camino que nos lleva a la paz. Utilizar métodos de
intolerancia y de violencia, de poder y de intimidación, lo que genera es
más resentimiento de unos hacia otros. O sea, más rencor entre los pueblos
y los Estados, entre la ciudadanía y sus gobiernos, entre el hombre y el
planeta.
Reconciliarse supone examinarse, reconocer pasadas inmoralidades,
pedir justicia para las víctimas y tener verdadero deseo de recobrar las
relaciones de amistad, que en el fondo es una igualdad armoniosa, a la que
el mundo debe aspirar. Y para esto, no hacen falta operaciones militares,
sólo un auténtico deseo de cambiar hacia esa unidad liberadora que se
precisa en todas las cosas necesarias, como es vivir y dejar vivir. En todo
caso, cualquier proceso de mediación no puede dejar de alimentarse del
perdón. Por consiguiente, las religiones pueden, y deben, desempeñar un
papel determinante para llevar a buen término la componenda.
Desde luego, sin un sincero espíritu reconciliador de los ciudadanos
entre sí, y de éstos con el planeta, no se podrá garantizar una justa paz,
tan necesaria para el desarrollo humano y el reconocimiento de los
legítimos derechos de la humanidad. Con demasiada frecuencia,
descubrimos que existen en las personas y en la sociedad rupturas que hay
que subsanar, divisiones que es necesario superar. En ellas se manifiestan
las fuerzas de la enemistad, del enfrentamiento inútil, que lo único que
hacen es distanciarnos de ese bien general, que a todos nos pertenece
recibir, suscitándose la codicia, la irresponsabilidad social, la
sobreexplotación de los recursos naturales, la multiplicación de bases
militares, las rivalidades y los gastos cada vez más astronómicos en los
presupuestos de defensa de los poderosos.
Se precisan, pues, gentes reconciliadoras y agentes reconciliadores
en este mundo tan convulso y de tantos antagonismos. Las contrariedades
existentes de los ricos contra los pobres y de hombres contra mujeres y
niños, han llegado a tal punto que se requieren de un alto grado de
comprensión y generosidad por todas partes. Pienso, que cualquier
momento es bueno para intentar, cuando menos abrirnos a esa conciliación
armónica, observando lo mucho que todos tenemos en común, respetando
las diferencias y prestando atención a la escucha, a la de uno mismo y a la
del universo que nos rodea. Hoy, la necesidad de renovación de la especie
humana con su hábitat y los suyos, debe ser una urgente prioridad para
todos los Estados, puesto que sin un verdadero restablecimiento de modos
y maneras de vivir, todos con todos, las guerras serán un continuo
permanente.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
30 de marzo de 2011