Para ayudar a la Iglesia
P. Fernando Pascual
27-3-2011
El párroco tuvo una idea. Tomó una hoja y redactó un mensaje corto. Lo entregó luego a tres
personas de confianza de la parroquia para ver cómo reaccionaban.
El mensaje tenía el siguiente texto:
“Le mando un saludo y le doy las gracias por todo lo que ha podido hacer este año para apoyar con
donativos a la parroquia. Que Dios le bendiga mucho”.
El catequista no tardó en llegar. Con su sinceridad de siempre, le dijo al párroco.
“Le agradezco la nota. Supongo que habrá previsto que me iba a doler, pues este año no he podido
ayudar para nada a la parroquia en lo económico, ni me preocupé lo más mínimo para pensar
maneras concretas con las que pudiese dar una mano, aunque sólo fuese a través de pedir
colaboraciones a otros.
Le confieso que la nota me dio pena. Que te den las gracias por algo que no has hecho parece una
ironía. Es cierto que hay ironías que hieren pero luego hacen reaccionar y producen buenos
resultados. Pero otras veces las ironías crean distancias, o provocan lo contrario de lo que uno
desearía.
Por eso aquí me tiene para proponerle, en confianza, que si tenía pensado enviar su mensaje a otros,
valdría la pena formularlo de otra manera. No sé, quizá con un texto claro y confiado, sencillo y sin
dobles intenciones; un texto motivador y positivo”.
El sacerdote quedó pensativo. No se había dado cuenta de que su nota encerraba un poco de veneno.
Por eso se sentó de nuevo ante el teclado y comenzó a reescribir su mensaje:
“Queridos parroquianos, queridos amigos. Como saben, este año los números están en rojo. No
tenemos dinero para las goteras del centro de acogida, para arreglar el techo de la iglesia, para
aportar ayudas a Cáritas, para tantas cosas. Pero están ustedes, y cada uno de los parroquianos es un
auténtico tesoro.
Por eso les agradezco mucho su presencia, sus oraciones, su apoyo. Y les pido que, en lo que esté
de su mano, puedan aportar algo concreto para la parroquia.
También podemos pensar juntos maneras concretas para atraer a otras personas capaces de darnos
una mano. Unos lo harán en especie, y eso ayuda mucho. Otros lo harán con dinero. Sea como sea,
cualquier idea es bienvenida.
Con todo mi afecto, muy unidos en el amor de Jesucristo y en el deseo de vivir y morir como
miembros de la Iglesia,
El Párroco”.