VEN, SEÑOR, A MARC H AR
Felipe Santos, padrecito salesiano
Señor, ven a andar
al borde de mi lago interior
En la orilla de mi corazón.
Abre mis ojos para que contemple
tu presencia en lo invible de toda vida;
para que te reconozca en cada rostro,
aún el más desfigurado.
Que acoja a toda persona,
incluso la más herida y despreciada.
Sí, abre mis ojos para que vea
en cada uno de mis hermanos y hermanas
el tabernáculo en que estás y me esperas.
Señor, ven a andar
por el borde de mi lago interior,
Por la orilla de mi corazón.
Hazme sensible al hambre de los otros, al
hambre de amor.
Toma mis humildes redes y quémalas de
amor
para que lleve tu Palabra como se lleva en sí
una Vida.
Hazme discípulo, «pescador de hombres y
envíame por el mundo,
en la barca de tu Iglesia,
para anunciar la Nueva de tu Reino.