¿Cuál es mi burbuja?
P. Fernando Pascual
20-3-2011
De mil maneras nos dejamos rodear por burbujas del alma.
Algunas burbujas vienen desde fuera, impuestas por personas o por acontecimientos. Un accidente,
una calumnia, una crisis económica, un problema en la familia, crean una atmósfera más o menos
enrarecida que afecta nuestro modo de pensar, de sentir, de amar.
Otras burbujas nacen desde uno mismo. Todo lo que hacemos o dejamos de hacer, lo que pensamos,
lo que sentimos, alimenta el aire interior con alegrías o con tristezas, con esperanzas o con miedos,
con amores o con odios.
Por eso vale la pena preguntarnos: ¿cuál es mi burbuja? ¿Qué ambiente envuelve mi alma? ¿Qué
condicionamientos me asfixian o me exaltan? ¿Qué ideas y que hechos han sitiado mi corazón?
Individuar cuál es mi burbuja sirve para redimensionar hechos e ideas a las que a veces damos una
importancia excesiva que no merecen. También nos permite descubrir que otros hechos o ideas han
quedado marginados, cuando desde ellos podríamos entrar en burbujas sanas, buenas, positivas.
Es casi imposible vivir sin burbujas. Algunos no son capaces de escoger su burbuja, porque su
psicología está enferma y viven encadenados a mecanismos mentales que los arrastran, sin casi
poderlo evitar, de un sitio a otro.
Otros han escogido burbujas malas, negativas, llenas de oscuridad, que provocan daños en uno
mismo y en quienes viven a su lado. Son burbujas que les llevan a ver sólo oscuridades, a pensar
desde el odio y hacia el odio, a encerrarse en la avaricia, a sumergirse en la envidia y en el afán por
destruir la fama de otros desde un corazón lleno de rencores malsanos. A pesar de la situación en la
que se encuentran, en esas personas perviven todavía capacidades y energías interiores suficientes
para reconocer sus errores, para acoger la ayuda de Dios, para cambiar de perspectiva, para abrirse a
horizontes y burbujas buenas.
Afortunadamente, hay muchos hombres y mujeres que, desde la ayuda de amigos buenos, desde
pensamientos sanas, desde la acción de Dios en las almas, son capaces de sumergirse en burbujas
positivas. Desde ellas no cerrarán los ojos ante males reales o ante injusticias que deben ser
superadas. Al contrario, sabrán afrontar la propia vida con un deseo sincero y bueno para pensar en
positivo, para acoger las gracias del cielo, para convertirse en trabajadores incansables en un mundo
que necesita hombres y mujeres de esperanzas.