Relativismo democrático convertido en dictadura
Una parábola budista asevera que un rey, del norte de la India, reunió un día a un
buen número de ciegos que no sabían lo que era un elefante; a unos ciegos les
hicieron tocar la cabeza, y les dijeron “esto es un elefante”. Lo mismo dijeron a los
otros, mientras les hacían tocar la trompa. El rey preguntó que es un elefante y
cada uno dio su explicación. Los ciegos comenzaron a discutir y la discusión se fue
haciendo violenta, hasta terminar en una pelea entre los ciegos, que constituyó el
entretenimiento que el rey deseaba.
El relativismo es como este grupo de ciegos que, por tocar una parte de la verdad,
se pone en tela de juicio la propia verdad. Es tan problemático porque es un
desorden de la intencionalidad profunda de la conciencia respecto de la verdad, que
tiene manifestaciones en todos los ámbitos de la vida.
En democracia el relativismo lleva a convertir la verdad en algo relativo ya que en
las urnas se vota que es la verdad, esto es, el número de votos determinará en la
asamblea, lo que es y lo que no es verdad. El relativista afirma que el modo de
alcanzar la felicidad que se puede lograr en este mundo, se basa en evadir el
problema de la verdad.
Estamos viviendo unos momentos llenos de esperanza y que el futuro es mucho
más prometedor de lo que parece, con tal de que los que buscan la verdad, sepan
demostrar que su vida es más plena y más humana, que la defendida por el
relativismo. Y esto es sin duda un desafío para los que desean contribuir a la
difusión de la fe cristiana en el mundo actual.
“La relación entre verdad y libertad es esencial, pero hoy se encuentra frente al
gran desafío del relativismo, que parece completar el concepto de libertad pero en
realidad la pone en riesgo de destruirla proponiéndose como una verdadera
“dictadura”, señaló Benedicto XVI.
Clemente Ferrer
clementeferrer3@gmail.com