El Arca de Noé
Felipe Santos, SDB
La depravación del mundo en los tiempos de
Noé (Génesis 6,1–12) es resumida por Moisés
para nosotros con estas palabras: "Y vio
Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal. Y se corrompió la
tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de
violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que
estaba corrompida; porque toda carne había
corrompido su camino sobre la tierra" (vv. 5,
11–12).
Dios tomo la iniciativa de salvar a Noé y a su
familia (v.13). "Dijo, pues, Dios a Noé: «He
decidido el fin de todo ser, porque la tierra está
llena de violencia a causa de ellos; y yo los
destruiré con la tierra."
Dios planeó el arca como el medio para la
salvación de Noé y su familia. No hay
referencias de que Noé conociera
anticipadamente la inundación, hasta que Dios
se las revelo a él. Las cosas estaban
sucediendo normalmente antes que Dios le
hablara a él. El arca fue planeada por Dios
solamente para salvar a la familia elegida
(Génesis 6,14-22). Nuestra salvación no es
ningún accidente. El pecado no tomo a Dios
por sorpresa. Efesios 1,4, "según nos escogió
en él antes de la fundación del mundo, para
que fuésemos santos y sin mancha delante de
él," La adoraron todos los habitantes de la tierra
cuyos nombres no estaban escritos desde el
principio del mundo en el libro de la vida del
Cordero que fue inmolado" (Apocalipsis 13,8).
La salvación para Noé y su familia
fueron solamente por la gracia. Noé
era también un pecador, sin
embargo él encontró gracia a la
vista de Dios. Relativo a su
generación, él era un hombre justo.
2 Pedro 2,5 dice "Tampoco perdonó
al mundo antiguo, sino que guardó a
Noé, pregonero de justicia, con otras
siete personas, y trajo el diluvio
sobre el mundo de los impíos…"
Dios en Su maravillosa gracia tomo
la iniciativa de salvarnos "sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de
un cordero sin mancha y sin
contaminación. Él estaba destinado
desde antes de la fundación del
mundo, pero ha sido manifestado en
los últimos tiempos por amor de
vosotros. Por medio de él creéis en
Dios, quien lo resucitó de los
muertos y le ha dado gloria, para
que vuestra fe y esperanza sean en
Dios" (1Pedro 1,19-21).
Nosotros también vivimos en un día
malvado que podría ser descrito con
las mismas palabras de los días que
precedían el diluvio en Génesis 6,5,
7, 8, 11, 12. Dios en Su gracia nos
ha alcanzado y nos ha salvado
porque era el deseo de Su corazón.
"Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con
que nos amó, aun estando nosotros
muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar
en los lugares celestiales con Cristo
Jesús, para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas
de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús" (Efesios
2,4-7).
Cristo es nuestra arca de salvación
de la ira de Dios.
Dios revelo a Noé el juicio venidero
(6,13). Dios dice en Hebreos 11,7,
"Por la fe Noé, cuando fue advertido
por Dios acerca de cosas que aún
no se veían, con temor preparó el
arca en que su casa se salvase; y
por esa fe condenó al mundo, y fue
hecho heredero de la justicia que
viene por la fe." La fe viene de la
Palabra de Dios. Debemos prestar
atención a la advertencia de Dios en
Su palabra. Debemos tomar a Dios
en Su palabra y creer lo que Él dice
sobre su hijo, Jesucristo (1 Juan
5,9,10).
El arca era la única vía de escape y
había solamente una puerta para
entrar en el arca (6,16). Jesús utilizó
la analogía de la puerta para
enfatizar el hecho de que él es la
única entrada en el reino de Dios.
Jesús dijo: "Yo soy la puerta; el que
por mí entrare, será salvo; y entrará,
y saldrá, y hallará pastos" (Juan
10,9). Él de nuevo enfatizo: "Yo soy
el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí"
(14,6). El Apóstol Pedro proclamo:
"Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos" (Hechos 4,12).
Todos pueden venir, pero tienen que
venir a través de la única puerta de
salvación.
Una vez que Noé y su familia
entraron en el arca, ellos estuvieron
perfectamente a salvo. Ellos fueron
los únicos que escaparon (Génesis
7,1). Dios estaba en el arca con
ellos. No hubo ninguna causalidad.
Ellos estaban perfectamente
seguros, Noé, su familia y los
animales. Un año más tarde se nos
dice en (Génesis 8,18-19). "Salió,
pues, Noé con sus hijos, su mujer y
las mujeres de sus hijos. Todos los
animales, todo reptil y toda ave; todo
lo que se mueve sobre la tierra
según sus especies, salió del arca."
Con relación a nuestra salvación,
Jesús dijo a sus discípulos: "Mis
ovejas oyen mi voz y yo las
conozco, y me siguen; yo les doy
vida eterna y no perecerán jamás, ni
nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre, que me las dio, mayor que
todos es, y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre.
El Padre y yo uno somos" (Juan
10,27-30).
Jesús está en el arca y no puede hundirse.
Cuando estamos en la barca con Jesús, nunca
nos hundiremos.
Muchos intérpretes han observado la palabra
hebrea en Génesis 6,14 no es la común para
"calafatear (zettet)," solamente el significado de
kapher "para cubrir." En ninguna parte del
Antiguo Testamento está traducida "calafatear."
En todos lados se traduce "hacer expiación."
Para cubrirlo tanto adentro como afuera
"calafatear" el arca fue a prueba de agua.
Hemos sido protegidos de la ira de Dios por la
perfecta cobertura que viene de Jesucristo.
Nuestro abrigo de la ira de Dios se encuentra
solamente debajo de la sangre de Jesús. 1
Juan 1,7 dice: "pero si andamos en luz, como él
está en luz, tenemos comunión unos con otros,
y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado". "Él se dio a sí mismo por
nosotros para redimirnos de toda maldad y
purificar para sí un pueblo propio, celoso de
buenas obras..." (Tito 2,14).
Hay urgencia para que ahora entremos en el
arca. Una vez que se cierre la puerta, nadie
más puede entrar. "Los que entraron eran
macho y hembra de cada especie, como le
había mandado Dios; y Jehová le cerró la
puerta " (Génesis 7,16).
Hemos sido redimidos "sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación" (I Pedro 1,19). Esa es la única
cobertura que nos protege de la ira de Dios.