Un día cualquiera

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio 

 

 

 

Un día cualquiera de los tantos que he vivido, mis ojos vieron aquello.

Aquello que estruja mi alma y dolía por ello mi corazón.

Veía pasar los tiempos y yo…, perdido caminaba por el mundo.

Y mis ojos veían aquí y allá, aquella figura desfigurada por el dolor en la cruz.

 

Me dolía y pesaba más mi conciencia, cuando evitaba su mirada.

Evitaba mirarlo porque temía me pidiera que lo ayudara a bajar.

Así mi vida me mostraba su dolor y acrecentaba el mío…, y yo perdido.

Más una piedra me hizo tropezar allí, en aquella ermita donde Él estaba.

 

De bruces caí, sangraban mis labios lastimados, la sangre se mezclo con las lágrimas.

Alce mi rostro, y vi sus ojos piadosos que me pedían me levantara.

Así lo hice y al llegar frente a Él, sentí su mano sobre mí y mis heridas sanaron.

Una voz penetro en mi, “hijo porque me huyes, yo solo quiero de ti tu amor por mi”.

 

Cuanto tiempo paso, no lo sé, pero cuando volví a tener conciencia de mis actos…,

Estaba yo allí, en un Templo donde me esperaba un Sacerdote con los brazos abiertos.

Me contuvieron aquellos brazos y con suave voz, me dijo: “tus pecados han sido perdonados”.

Mire aquel rostro, descubrí que era el mismo que el que estaba en Cruz clavado.

 

Ese día cualquiera fue para mí, el encuentro con Dios, que me entrego en brazos de su hijo.

Desde ese día CREI, y encontré aquello que buscaba en la vida, ese día deje de ser un perdido.       

Hoy voy por las calles y se estruja el alma y duele el corazón.

Más ya no por mí…, el dolor es por tantos que como yo vagan perdidos por el mundo. 

 

 

                                                                                         lorenzo  07/11/2013