La Madurez

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio 

 

 

Caminando sin rumbo y sin prisa...
Observando el ir y venir de la gente,
vieron mis ojos, lo que mi corazón no quisiera que vieran.
Vi tantos jóvenes-viejos, gastadas ya su vidas a pesar de su corta edad,
vi a otros arrastrados por el afán de ser “grandes” siendo niños aún.
Vi madres-niñas que paseaban con sus hijos...
parecía que jugaban con sus muñecas y era su maternidad infantil.
Vi padres-niños cargando sobre sí, la cruz de la paternidad inconsciente,
como no comprendiendo el porque de su situación.

Cerré con fuerzas mis ojos como queriendo no ver,
o que fuera esta visión, tan solo un mal sueño.
Pero al abrirlos, allí estaban todos ellos,
tan reales como el sol que sentía en mi rostro.

Volvieron a través del recuerdo, golpeándome con su verdad,
las palabras de quien los años lo hicieron sabio:
«Nada se puede madurar a destiempo, sin causar con ello algún daño.
  La fruta cortada antes de su tiempo de maduración, madurará,
  pero su sabor no será el de aquella madurada a su tiempo.
  Una flor cortada cuando aún es pimpollo, florecerá,
  pero su lozanía no será la misma.»

Así también cuando alguien quiera madurar antes de tiempo,
podrá hacer para ello cosas de mayores...
pero no le dará la “madurez”.
La madurez la otorga, gota a gota, cada día... la vida.

Vive tu niñez como niño,
Vive tu adolescencia como adolescente.
Vive tu vida según el tiempo de tu vida,
no te transformes en una fruta insípida,
o en una flor marchita, a causa de tu “madurez”.-

                                                       lorenzo   11/1993