Una rosa, dos rosas... UN GRAN AMOR

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Cada mañana en su ventana, una rosa la esperaba...,
nunca supo ella, como llegaba allí,
no pocas noches demando de sus ojos una vigilia,
esperando así, revelar tan dulce secreto,
mas no pudieron sus ojos resistir el peso del sueño,
y al abrir ella, sus bellos ojos, siempre estaba allí, la rosa.

Su amante esposo de esto, nada sabia,
ella guardaba junto a su corazón, su secreto,
viviendo así, enamorada de aquel que misteriosamente
una rosa cada día, le regalaba a hurtadillas,
soñando conocer a su afectuoso caballero,
y ella se aferraba a su culpa silenciosa.

Más un día, la rosa falto a la cita,
a ese día, se le añadieron varios mas,
y con la ausencia creció en ella, el desasosiego.

Una tarde, sumida en sus pensamientos,
un gemido lastimero desde el lecho, la trajo a la realidad,
su esposo deliraba consumido por la fiebre.

Cual nubes que se abren después del temporal,
y dejan pasar por ellas la luz del sol,
así se hizo para ella, la luz.
Desde la enfermedad de su esposo,
la rosa estuvo ausente de su vida.
Él era su anónimo amante,
por eso nunca logro descubrirlo,
con todo su amor contenido, se acerco al lecho del doliente,
beso sus labios agrietados por la fiebre.

Abrió él sus ojos, y en mudo lenguaje,
perdón pidió por faltar a la cita tantos días,
perdón por dejarla sin su rosa de cada día.

Cada mañana, desde aquel día,
en aquella ventana dos rosas esperan...,
que dos manos y un solo corazón las recojan,
como símbolo de amor eterno.-

lorenzo 03/1996