Un día...

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Un día moriré, es ley fundamental de la vida,
nacer para morir a esta vida efímera,
con la esperanza de haber ganado en ella,
el paso a la vida sin fin, prometida por Dios,
por su Hijo muy amado, Jesucristo, el Señor.

Ese día sabré tantas cosas ocultas,
de otras tantas personas que formaron parte
de mi camino en este mundo.
Así sabré –aunque tarde quizá- del amor de muchos,
en especial de los que me lo demostraron,
también de los que, por alguna reserva,
se lo guardaron sin demostrármelo.

Sabré de odios, envidias y rencores de otros que,
con derecho o sin el, sintieron por mí esos sentimientos.
Ese día veré junto a mi mortaja, unidos el amor y el odio,
el afecto y la envidia, allí estarán expresando sus penas,
también sus lágrimas, aquellos que bien me han querido.
Y estarán también aquellos que teniendo otros sentimientos,
se acercaran para darme el último adiós.
Por los primeros, si Dios me lo permite,
aún cuando cerca suyo no esté; pediré al Padre,
para ellos, salud física y espiritual, y por todo aquello que en oración,
invocándome me pidan y yo se las pueda dar,
por los segundos, pediré a Dios que los perdone,
como en vida yo los perdoné, y que les muestre el Señor,
sus errores y sean corregidos, para que no pierdan el camino que lleva al cielo.

Un día moriré, igual que todo mortal, no se cual será ese día,
pero se que será un día muy especial, entonces sabré cuanto
bueno y malo he producido en esta, mi vida.

EPITAFIO: Aquí descansa alguien que intentó hacer el bien,
solo Dios sabe cuanto.
Que le gustaba: la vida
las flores violetas y azules
la buena música
dar y recibir amor.-

El presente escrito no significa desapego a esta vida,
más por el contrario, él le da mayor sustento a vivir
todos los días con la realidad de la vida.-

lorenzo 01/2001