Dolor

Autor:  Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Tengo frente a mi, Las Sagradas Escrituras, he abierto la misma, el Evangelio de Marcos me invita a que lo lea.
Cuando la Palabra de Dios penetra en mí por mis ojos y obliga  a mi conciencia a revalorarla, gime mi corazón por el dolor que produce en mí, esa Palabra de Vida Eterna.

Ausente de mi barrio, por largos años, cuando días atrás volví a recorrer caminando cansinamente, sus calles, ellas me volvieron a mi niñez, tiempo feliz e mi vida.
Entonces sin yo saberlo concientemente, Jesús me acompañaba y guiaba por las calles.
Él estaba en mí en las palabras sabias de mi madre: “Recuerda hijo que debes hacer el bien, aléjate de lo malo, cuida lo que es tuyo y más aún lo que te han prestado, porque tendrás que devolverla”

Vuelvo mis ojos a la lectura y relata ella, la vida de Jesús, en cada acción Él me va recordando sus enseñanzas, aquellas que la calle y la vida me dieron, las palabras del Evangelio me hacen comprenden de tantas veces que encontré piedras y obstáculos en mi caminar, todo eso era para que yo tropezara y me detuviera ante esta o aquella tentación, ayer era una caída, hoy comprendo que era mi salvación.

Dos sensaciones tengo en mi pecho, dolor por todas mis faltas y también otra suave como bálsamo en la herida, por las veces que de hinojo ante Él en la persona del confesor, perdonó mis pecados.
Mis ojos devoran las Sagradas Palabras del Salvador  llego al capitulo catorce, donde comienza Marcos a relatar la pasión y resurrección del Señor.

Hoy es 23 de febrero, estoy viviendo la cuaresma este tiempo devuelve los recuerdos de aquellas cuaresmas que viví siendo niño, cuando la Semana Santa era para mi tan Sagrada  que dolía el hecho de hacer en ese tiempo algo “malo” (matar un pajarito, pelearme con mis hermanos, y peor aún, enojar a mi madre. No recordar a mi padre a quien Dios llamo, talvez porque lo necesitaba allí, junto a Él, un veintiocho de febrero, cuando yo tenía entonces casi nueve años.

Dolor, aquel que por mí, sufrió Jesús en la Cruz, es el que siente mi corazón a causa del frió que existe en los corazones heridos por el Demonio, corazones en lo que Jesús no puede penetrar porque se han cerrado a Dios…

Quisiera que mi dolor mañana ya no existiera en mí, porque los hombres lavaron sus corazones con lagrimas de arrepentimiento, como lo hizo Pedro…, (Mc. 14, 66-72)    

“Felices ustedes los que ahora lloran, porque reirán”
Que la resurrección del Señor traiga a quienes lean este pensamiento, la paz y bálsamo a sus corazones y que Jesús desde la CRUZ, nos envié una vez más la salvación a nuestras almas…

                                                                                                      lorenzo 23/02/2010