Esa joya

Autor: Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Un día siendo hombre... quise como niño,
encontrar la joya más bella del mundo,
así fui a profundas minas...
y de ellas extraje el más perfecto diamante,
baje a lo profundo del mar,
de allí traje la más bella de las perlas,
busque en selvas, bosques y jardines,
las flores más hermosas.

Contemple del diamante, su perfección,
la luz pasando por él, multiplicaba su belleza,
tome la perla, y con ella en la palma de mi mano,
pude «sentir» su suavidad, y admire su pureza,
las flores más bellas estaban frente a mí,
en ellas, vi la perfección del Creador;
pero no encontré en el diamante, en la perla y en las flores,
lo que mi interior quería: La Joya.

Apesadumbrado, casi triste por ello, me sentí solo,
más de pronto, desde lo hondo de mi soledad,
una voz escuche:
«La joya que buscas, siempre estuvo junto a ti,
en tu madre... en la madre de tus hijos,
allí está, La Joya más bella del mundo,
en ellas se encuentran unidas:
La perfección del diamante.
La pureza de la perla.
La hermosura de las flores.»

A una, fui la abrase... y un beso le di,
a la otra, mirando el cielo estrellado,
y viendo que una me hacia un guiño,
la salude, allí esta mí madre.-