Manos de artesano

Autor: Diácono Lorenzo Brizzio

 

 

Las manos producían un cálido aplauso, el concertista hacia reverencias,
al publico que eufórico seguía aplaudiendo.
El violín en la siniestra y el arco en la diestra, se mostraban como artífices,
las virtuosas manos que los sostenían, eran el complemento.

Absorto de aquel espectáculo, mi vista se poso en el violín...
Vuela mi pensamiento hasta otras manos,
aquellas que anónimas permitían el milagro del sonido.
Aquellas manos que tomando del árbol, su madera,
esas manos que con la delicadeza de los ángeles que Dios puso en ellas,
trabajaron la fragante madera para darle forma con sutileza,
para pulir con el esmero y paciencia de un santo, su superficie,
dándole luego, brillo, con la gracia que le da un pintor a la tela.
Así, una vez terminado por fin, sacarán esas manos de ese nuevo violín,
las virginales notas, esas notas que hoy conmueve al publico.

Esas manos anónimas debieron recibir parte del tributo.
Merito que casi nunca reciben, porque lo que hacen,
lo hacen por amor, devolviéndole a Dios la gracia recibida.
Que acción de gracias tan grande le ofrecen a Dios los ARTESANOS,
cada vez que los aplausos resuenan en los teatros,
porque el artista ejecuta, pero la virtud del sonido,
la da Dios por medio de las benditas manos de los ARTESANOS.-