Empezar a vivir en plenitud
P. Fernando Pascual
1-11-2024
Hay novelas o películas que
narran cómo el protagonista pasa de una situación oscura, apagada, triste, a un
despertar que le permite empezar a vivir.
Por ejemplo, nos narran la
historia de una princesa encerrada en el palacio, aburrida y triste por un
exceso de amor de unos padres sobreprotectores. De repente, una fuga, o un
encuentro casual, abren un horizonte nuevo: la protagonista empieza a vivir.
Lo que se cuenta en esas
novelas o películas ocurre también en el mundo de la fe. Hay cristianos
amodorrados, mediocres, sin chispa, sin empuje, sin verdadera caridad.
De repente, una misa, o un
diálogo, o una lectura del Evangelio, despiertan ese corazón apagado. Un
cristiano empieza a vivir en plenitud la belleza de su fe en Cristo.
Desgraciadamente, hay quienes
viven por muchos años sin despertar el fuego que Cristo puso en sus corazones
en el día del bautismo. O también hay quienes vibraron con su fe durante un
tiempo, pero luego sucumbieron a la mediocridad y la tibieza.
Necesitamos pedir a Dios que
toque nuestros corazones, que despierte el tesoro que puso en nuestro interior,
para que rompamos con esa coraza que nos impide volar según el Evangelio.
Si permitimos a Dios llegar
hasta lo más íntimo de nuestras vidas, y si respondemos con generosidad y
prontitud a sus gracias, veremos cómo se hace realidad ese cambio que permite
correr por el camino del amor y de la entrega.
Este día puede ser como tantos
otros: tareas rutinarias, distracciones que no llevan a ninguna parte, alguna
diversión (esperamos que sana, pero muchas veces inútil) para pasar el tiempo.
O este día puede ser como el
de hombres y mujeres que, desde una gracia maravillosa de Dios, rompen sus
cadenas, piden perdón por sus pecados, y comienzan un camino de conversión que
les permite empezar a vivir en plenitud su vocación al amor y a la esperanza.