Cuando todos opinan
P. Fernando Pascual
19-10-2024
De fútbol, de política, de
precios, de crisis bancarias: hay temas en las que casi todos opinan, algunos
con una seguridad sorprendente.
¿Por qué opinamos sobre un
argumento? Porque hemos leído algún libro o un periódico, o porque hemos
escuchado y visto datos interesantes en Internet o en la televisión.
Cuando sale el tema, unos
opinan que la culpa de la caída de ese puente es del ayuntamiento, otros que
fue culpa de la empresa, otros que los responsables están en el ministerio de
transportes.
En realidad, sobre muchos
temas conocemos datos fragmentados, informaciones no concordes, y, sobre todo,
hay muchísimo que no conocemos.
Los hechos que aparecen en las
noticias son una mínima parte de lo que ocurre en la realidad. Ello se explica
por dos motivos sencillos: un informador no cubre todo, y hay mucho escondido
detrás de hechos y decisiones que nos interesan.
Cae un gobierno, quiebra un
banco, pierde un equipo de fútbol, se produce un atentado, y un torrente de
comentarios parece explicarlo todo cuando apenas conocemos una mínima parte de
los hechos.
Un poco de prudencia nos
ayudaría a ser sabiamente silenciosos cuando otros dan juicios como si fueran
verdades indiscutibles. Porque ese poco de prudencia nos abriría los ojos a lo
mucho que no conocemos de lo que ocurre detrás del escenario.
Una amenaza de bomba ha
paralizado un aeropuerto. Como consecuencia, la bolsa entra en pánico y bajan
las acciones, mientras se cancelan vuelos y se reajustan horarios.
Empiezan a girar opiniones
sobre qué ha ocurrido, sobre los responsables de la seguridad, sobre la
psicología de la gente, sobre el gran servicio (o el pésimo servicio) que hacen
algunos periodistas.
Mientras, en el aeropuerto,
unos barrenderos sonríen, porque aquella amenaza de bomba fue simplemente un
error del sistema de alarmas que, casualmente, se cruzó con una conversación
despreocupada entre dos adolescentes que contaban una película de terroristas
en una sala de espera del aeropuerto...