Trabajar desde Cristo
P. Fernando Pascual
12-10-2024
La vida espiritual implica un
trabajo continuo para promover virtudes, para erradicar vicios, para resistir
ante tentaciones, para entregarse a los demás.
El trabajo puede llevar al
desgaste: no logramos esa virtud, un vicio parece indestructible, las
tentaciones llegan como un tornado, y los demás no resultan especialmente
agradecidos.
Si el desgaste se une a cierta
tristeza interior, aparece esa tentación que puede destruirnos: tirar la
toalla. ¿Para qué luchar, si hay tan pocos resultados?
Sin embargo, basta con
mantener viva la llama de nuestra fe para descubrir fuerzas interiores y ayudas
del cielo que nos permiten seguir en la lucha.
Necesitamos, sobre todo,
trabajar desde Cristo. Si recordamos su misericordia, si tenemos presente su
ofrecimiento en el Calvario, si estamos seguros de su triunfo en la Pascua,
encenderemos la esperanza para seguir en la lucha.
Desde luego, las dificultades
seguirán allí, incluso descubriremos, con sorpresa, que estamos ante un momento
de prueba interior, de sequedad permitida por Dios.
Pero esas dificultades no
pueden detener a quien se ha encontrado, seriamente, con el Hijo del Padre, con
el Señor, con el Mesías, con su Salvador.
Cristo, lo sabemos, es Dios y
es Hombre, es Amigo y es Maestro. Su recuerdo levantará los ánimos. Su perdón
borrará pecados. Su cercanía iluminará el sendero ante las decisiones que nos
toca emprender.
Todo es distinto cuando
aprendemos a trabajar desde Cristo. Nos ayudaremos, ciertamente, de tantos
maestros espirituales, de tantos santos y santas que nos enseñan cómo caminar
hacia la virtud.
Sobre todo, tendremos siempre
presente el Rostro del más bello entre los hijos de los hombres, del Nazareno
que es Hijo del Padre e Hijo de María, de quien nos ha amado hasta darnos, por
amor, su Cuerpo y su Sangre...