Cuando uno “razona” desde
prejuicios
P. Fernando Pascual
5-10-2024
Se difunde la noticia de que
las temperaturas son más bajas de lo previsto en esta zona geográfica.
Quienes están convencidos de
que estamos en una situación de calentamiento global, dirán que es un caso
particular, que los estudios que abarcan todo el planeta confirman que existe
un continuo aumento de temperaturas, o que la “noticia” ha sido difundida por
quienes no son competentes en el tema.
Quienes son contrarios al
calentamiento global, defenderán que la noticia confirma sus tesis, que las
temperaturas no están aumentando tanto como dicen, que es absurdo culpar al ser
humano de lo que pasa al clima, que la fuente informativa es de fiar.
Se podrían poner miles de
casos semejantes: cae una bomba en un hospital, y unos acusan al país atacante
de haber enviado la bomba, mientras que otros acusan a los sistemas de defensa
de haber usado un arma que dañó a la propia gente.
Este tipo de razonamientos,
normalmente ante noticias que pueden ser favorables o desfavorables a las
propias ideas, muestran un fenómeno antiguo como la humanidad: muchas veces
razonamos desde prejuicios.
Así, si creemos que un
político es justo, consideraremos la noticia de que ha sido acusado de
corrupción como un ataque inventado por los opositores; si, en cambio, no
compartimos sus ideas, será bastante fácil que “celebremos” esa noticia como
una señal que confirma nuestro juicio crítico hacia esa persona.
La realidad es mucho más
compleja que nuestros prejuicios. Por eso, ante cada “noticia”, conviene
adoptar una actitud sanamente distante, que dé tiempo al tiempo para que la
nueva información muestre (si ello es posible) su solidez o su carencia de
fundamentos.
Los prejuicios nos apartan de
la realidad, incluso nos encierran en pseudomundos
construidos según nuestras simpatías y antipatías, según lo que hasta ahora nos
han enseñado, como han subrayado algunos estudiosos sobre el tema.
Necesitamos, pues, tener la
clarividencia y la humildad para reconocer nuestros prejuicios (casi todos los
tenemos). Luego podremos afinar nuestro sentido crítico ante cada nuevo dato
que se acerque a nuestros ojos o resuene en nuestros oídos, de modo que no
demos un asentimiento fácil a lo que no es seguro, y así tengamos la mente y el
corazón abiertos a una continua búsqueda de la verdad.