Cuando preguntan si hay un
médico presente
P. Fernando Pascual
28-9-2024
En un cine, o un barco, o un
avión, lanzan en público la pregunta: ¿hay algún médico aquí presente?
Entendemos en seguida que algo
está pasando. Quizá sea un problema leve: una persona se ha mareado. Quizá sea
algo más serio: indicios de un infarto.
La pregunta, en su
dramaticidad, muestra dos aspectos centrales en la experiencia humana.
El primero consiste en la
fragilidad humana. Esa fragilidad explica que necesitemos de un número muy
elevado de ayudas.
Como no somos especialistas en
todo, cuando la salud está el peligro buscamos en seguida la ayuda de alguien
competente.
Ello vale no solo para
cuestiones médicas. Seguramente muchos hemos preguntado en familia, en el
trabajo o entre amigos, quién sabe de electrónica...
El segundo aspecto es
complementario al primero: existen personas competentes a las que buscamos para
que nos asistan en temas concretos.
De esas personas competentes
esperamos ayuda, sea para asuntos sencillos (no se enciende la computadora),
sea en asuntos de vida o muerte: aquella persona se está ahogando.
Las personas competentes
(también las llamamos expertas), precisamente en cuanto conocedoras, pueden
ayudar a otros en su ámbito de saber.
Quizá alguno observará que
gracias a Internet y a lo que recibe el nombre de inteligencia artificial, hay
muchas situaciones en las que dejamos de buscar al experto para preguntar al
móvil.
Sin embargo, la respuesta que
nos dé el móvil solo tendrá valor si recoge lo que han escrito o explicado
personas realmente competentes.
¿Hay un médico entre los
presentes? Alguien se ha levantado entre las mesas del restaurante. Con
rapidez, como persona responsable, se acerca a prestar ayuda.
Esperamos que todo termine bien.
Ello será posible cuando el experto actúe desde una integridad completa, que le
lleve a reconocer sus límites (no lo sabe todo), al mismo tiempo que pone sus
propios conocimientos al servicio de una persona enferma y, por lo mismo,
necesitada de la ayuda de un buen médico...