Máquinas y hombres
P. Fernando Pascual
19-6-2024
Las máquinas multiplican las
posibilidades de acción de los seres humanos. Ahorran tiempo, mejoran la
precisión, aumentan la fuerza, facilitan la existencia.
A pesar de tantas ventajas, a
lo largo de los siglos ha surgido un debate que sigue vivo en nuestros días:
las máquinas, ¿no pueden convertirse en una amenaza, incluso en un rival, de
los humanos?
El debate ha alimentado una
corriente muy favorable a las máquinas, en cuanto que podrían “mejorar” y “superar”
al hombre por sus muchas cualidades.
Otra corriente, en cambio, ha
visto a las máquinas como un peligro, una amenaza, incluso un posible monstruo
que un día podría controlarnos.
En las últimas décadas, y
gracias a la informática y otros desarrollos electrónicos, las máquinas han
dado pasos de gigante. La robótica se hace cada vez más presente, y la así
llamada inteligencia artificial adquiere una relevancia insospechada en el pasado.
Todo ello aviva el debate que
viene del pasado: el desarrollo tecnológico, ¿mejora nuestras vidas, o puede
dañar a los seres humanos?
Basta con pensar cómo las
máquinas han cobrado una fuerza terrible en las guerras: carros de combate,
cazas y bombarderos, misiles supersónicos, y las terribles y siempre
amenazadoras bombas atómicas.
Incluso se habla de la
posibilidad (parece que ya puesta en práctica en algunos conflictos armados) de
recurrir a la “inteligencia artificial” para planear, o decidir, cuándo y cómo
atacar a los enemigos, lo cual, según unos, mejoraría las acciones militares,
pero, según otros, podría llevar a una desresponsabilización
de quienes deciden sobre la vida o la muerte de otros.
Fijarnos en las amenazas sería
insuficiente. Las máquinas facilitan cientos de actividades humanas, a nivel
productivo y también en la vida cotidiana. Basta con pensar en el uso de robots
en la industria, o en los aparatos que nos ayudan a lavar la ropa o calentar la
comida, o en las numerosas promesas de aplicación en el ámbito de la medicina.
Junto a las voces que alertan
sobre los peligros y amenazas de las máquinas, otras voces anuncian la llegada
de un mundo mejorado, en el que se podría implementar un sueño del pasado:
aplicar la tecnología no solo a las máquinas, sino al mismo ser humano,
convertido en una especie de “super-hombre” según
ciertas propuestas del transhumanismo.
Algunos llegan a pensar un
mundo en el que el hombre quedará controlado por las máquinas, lo cual
parecería positivo bajo algún aspecto (se evitarían muchos errores y pasiones
absurdas), y negativo (se dañaría lo específicamente humano: la capacidad de amar
desde la libertad).
Máquinas y hombres se han
confrontado durante siglos. Las primeras son el resultado del genio y de las
habilidades de hombres y mujeres que han sabido inventar y usar materiales
concretos para producir artefactos útiles para nuestras vidas.
En un mundo cada vez más
rodeado de máquinas, sigue en pie esa gran pregunta que la filosofía ha
afrontado desde sus inicios: ¿hay algo que sea específico del ser humano y que
lo haga diferente de todo lo que pertenece únicamente al mundo de la materia y
de la vida biológica?
Solo desde buenas respuestas a
esa pregunta podremos comprender de modo equilibrado y fecundo cómo
relacionarnos con máquinas producidas gracias a la inteligencia humana, y que
serán usadas de modo ético solo a partir de decisiones humanas libres y responsables.