El observador externo
P. Fernando Pascual
13-7-2024
Ocurre con frecuencia: quienes
están enfrascados en un juego como el ajedrez, las damas, o parecidos, cometen
errores o pierden oportunidades que están “ahí”, delante de sus ojos.
Un observador externo se
sorprende: desde fuera ve con claridad que uno de los jugadores se ha
equivocado, mientras que el jugador no percibe su error (o lo percibe demasiado
tarde).
¿Por qué ocurre lo anterior?
Una explicación sencilla nos hace suponer que quien está metido a fondo en el
juego piensa en sus jugadas o en lo que entiende que hace el contrincante, pero
pierde la visión de conjunto.
El observador externo, por su
parte, no tiene la mente absorbida como el jugador, y por eso llega a una
perspectiva más completa del juego y de sus posibilidades.
Lo anterior podría aplicarse a
la vida de las personas. A veces vemos las cosas desde emociones, miedos,
ideas, comparaciones con el pasado, y tomamos decisiones que para un observador
externo pueden parecer extrañas, incluso dañinas.
En los juegos se pide a los
observadores externos que guarden silencio, para no ayudar a uno de los
jugadores. Pero en la vida, sobre todo en temas serios, ¿no sería oportuno que
el observador externo ofreciese un consejo para ayudar?
Quien está enfrascado en un
problema sentimental, o en la ilusión de un trabajo nuevo, o en un cambio de
carrera, puede perder la perspectiva completa y dejarse engañar por lo que
ahora ve de modo inadecuado.
Por desgracia, no siempre
contamos, en tantos momentos de la vida, con buenos observadores externos que
nos ofrezcan consejos sensatos y oportunos. O si contamos con ellos, el consejo
no es acogido porque uno vive cegado por prejuicios, ideas o sentimientos que
le impiden una mirada más completa.
La vida es algo mucho más
serio que un juego. Ante las diferentes situaciones, vale la pena hacer un
esfuerzo por alcanzar una buena mirada de conjunto. En ese esfuerzo, los
consejos de algún observador externo, sobre todo si tiene una amplia
experiencia de los asuntos humanos, serán siempre de gran ayuda.
Llega la hora de tomar una
nueva decisión. Vemos las opciones, pensamos en los posibles resultados.
Soñamos o tememos ante lo que vaya a ser el futuro.
Antes de dar el paso, buscar y
acoger el consejo de un familiar prudente o de un amigo sincero, nos permitirá
ver mejor si estamos ante una oportunidad que no podemos perder o ante un
peligro que tenemos que evitar a toda costa...