Miedos ante el futuro

P. Fernando Pascual

13-6-2024

 

A lo largo de la historia humana han surgido diferentes miedos ante lo que pueda ocurrir en el futuro.

 

Algunos miedos tienen su origen en previsiones sobre lo que pueda ocurrir en la naturaleza: miedo a que llegue una sequía, se produzca un terremoto, explote un volcán que provoque fuertes cambios en la atmósfera.

 

Otros miedos nacen ante posibles decisiones humanas, como las que provocan el inicio de una guerra, una grave amenaza ecológica, o simplemente la difusión de un virus producido en un laboratorio.

 

Los miedos ante el futuro pueden estar bien fundados, por constatar hechos concretos que son capaces de producir graves daños entre los seres humanos y en el ambiente.

 

Otros miedos surgen de modo más o menos irracional, incluso con suposiciones falsas contra personas o grupos acusados de planear daños enormes para un país o para todo el género humano.

 

Los miedos ante el futuro, con fundamento o sin fundamento, desvelan un deseo profundo de encontrar maneras para desactivar males o, al menos, para estar preparados ante los mismos.

 

En ocasiones, un miedo ante el futuro ayudará a prevenir una guerra, a prohibir el uso de una sustancia peligrosa, a promover acciones que permitan construir edificios más seguros.

 

Por desgracia, hay miedos ante el futuro que llevan a decisiones equivocadas, en las que ocurre lo señalado por la famosa frase: el remedio es peor que la enfermedad.

 

Cada ser humano, en particular o en grupo, otea el horizonte del futuro y busca cómo encontrar maneras para evitar peligros y daños que afecten a nuestra generación y a las generaciones futuras.

 

No siempre comprenderemos bien cómo están las cosas ni cuáles sean los remedios ante posibles peligros. Pero con buenas investigaciones y con personas honestas, podremos al menos esforzarnos para que el futuro permanezca menos expuesto a amenazas dañinas y más abierto a mejoras que, esperamos, ayuden a todos a vivir sanamente.