Lo seguro y lo inseguro en las
apuestas
P. Fernando Pascual
6-6-2024
Se trata de una idea
seguramente conocida por muchos: en toda apuesta con dinero hay algo seguro y
hay algo inseguro. Lo seguro: uno pierde dinero al apostar. Lo inseguro: quizá gane
algo de dinero o algún objeto de valor.
A pesar de que resulta tan
claro lo anterior, millones de seres humanos gastan dinero en apuestas de
diverso tipo: boletos de lotería, rifas, quinielas, juegos online, casinos,
apuestas, y una larga lista de posibilidades.
Luego, de ellos millones de
seres humanos, la gran mayoría pierde: no recupera nada de lo que gastaron.
Unos pocos, vistos como afortunados, ganan. Incluso alguno empieza a ser
millonario.
El mecanismo que lleva a
aceptar una pérdida segura en una apuesta es bastante sencillo: pensar que me
puede tocar una ganancia, aunque sea consciente de que resulta inseguro (muy
inseguro) lograr la victoria.
Lo que ocurre en las apuestas
con dinero se puede aplicar a otros ámbitos: hay quien arriesga tiempo, o
energías, o salud, incluso relaciones, con la “esperanza” de que la pérdida
(segura en muchos casos) será compensada por una ganancia (insegura en la
mayoría de los casos).
Nos damos cuenta de lo erróneo
que se esconde en el arriesgar lo seguro por lo inseguro, de exponerse a
pérdidas de dinero (o de otros bienes importantes) con la ilusión de una
ganancia que toca a pocos afortunados.
Resulta posible salir del
mecanismo, en algunos casos perverso, que lleva a las apuestas, si valoramos lo
mucho bueno que podemos lograr usando el dinero (poco o mucho) que tenemos a
disposición en compras y actividades seguras.
La vida está llena de
alternativas, algunas tentadoras, que prometen beneficios fáciles a costa de
pérdidas vistas como pequeñas; otras casi siempre beneficiosas, aunque a veces
exijan un poco de sacrificio.
Para no perder dinero, o
tiempo, o afectos, vale la pena escoger siempre aquellas opciones que nos
permitan alcanzar pequeñas victorias seguras y buenas. Así, invertiremos lo que
ahora tenemos en nuestras manos (y bolsillos) en todo aquello que ayude a mejorar
nuestras propias vidas y las de quienes están a nuestro lado.