Un momento en mis manos
P. Fernando Pascual
22-4-2024
En cierto sentido, cada
momento de la jornada está en mis manos: yo decido lo que hago o lo que dejo de
hacer “ahora”.
Pero en muchos momentos
sentimos que nuestras acciones están bajo presiones que nos “obligan” y
condicionan.
Esas presiones pueden ser del
trabajo: tengo que terminar este informe que necesitan en la oficina.
Pueden ser de la familia: hay
que ir a visitar al tío que está en recuperándose de una operación.
Pueden ser de un compromiso
periódico: cada mes hay que hacerse ese análisis que ha pedido el médico.
Cuando llega un momento “sin
presiones” (si es que llega), me dio cuenta de que lo que haga ahora solamente
lo decido yo.
¿Cómo emplearé este momento?
¿Será tiempo perdido ante la televisión o la pantalla de un tablet?
¿Será tiempo empleado en leer un periódico que me deja más confundido? ¿Será
tiempo que me permitirá una llamada a un conocido de quien no sé nada desde
hace meses?
Tengo ahora un momento entre
mis manos. No hay urgencias, no hay prisas, no hay formularios que rellenar, no
hay que asear platos ni alfombras.
Ese tiempo es como un tesoro
si lo empleo para amar, si lo invierto en la búsqueda de lo único importante,
si me ayuda a abrir el corazón a la escucha de un Dios que es mi Padre.
El reloj no se detiene. El
momento puede desperdiciarse si no decido emprender algo bueno. El momento será
fecundo si me lanzo a acoger amor para luego ofrecerlo a esa persona que
aparece, casi por sorpresa, entre mis recuerdos...