Dos incendios con resultados
diferentes
P. Fernando Pascual
16-4-2024
Inicia un incendio en un
edificio de varios pisos. La gente empieza a escapar. Llegan los bomberos. El
fuego se expande. Hay humo en muchos lugares.
Un bombero pide a quienes todavía
no han escapado que esperen a que les saquen por las ventanas. Una persona
desobedece y se salva tras bajar corriendo por las escaleras. Otra persona
obedece y muere asfixiada en su casa.
Pocos días después, inicia
otro incendio. La historia es casi idéntica a la anterior. Solo que en este
caso la persona que desobedece muere asfixiada en las escaleras, mientras que
la persona que obedece es rescatada por la ventana de su casa.
En situaciones de emergencia
resulta sumamente complejo identificar la mejor manera de afrontar un peligro.
¿Es mejor esperar y obedecer? ¿Es mejor seguir las propias intuiciones, aunque
vayan en contra de lo que piden los bomberos?
Cuando comparamos decisiones y
resultados, encontramos con sorpresa cómo pequeñas circunstancias hacen que las
historias tengan un desarrollo muy diferente.
Por eso, quienes tienen que
tomar decisiones, sienten sobre sí el peso de una responsabilidad agobiante. El
jefe de los bomberos, por ejemplo, tiene que dar órdenes con rapidez, y de lo
que haga (o deje de hacer) depende la vida de personas concretas.
Las personas concretas, por su
parte, sienten la angustia de optar entre una obediencia confiada, aunque sus
intuiciones les pidan lo contrario, y una desobediencia que promete mejores
resultados pero que no está exenta de peligros.
En cierto modo, la gran
historia humana se construye desde alternativas en las que el resultado queda
envuelto en tinieblas. ¿Empezar la batalla o retirarse? ¿Invertir en la bolsa o
guardar el dinero el banco? ¿Aceptar este empleo o emigrar a otra ciudad con la
esperanza de mejoras importantes?
Son pocas las alternativas
dramáticas que encontremos en el camino de la vida, como en el caso de un
incendio. Pero cuando llegan, sentimos el peso de la responsabilidad ante las
consecuencias que puedan ocurrir.
Dos incendios han tenido
resultados diferentes. Ahora llega el momento de asumir responsabilidades, de
encontrar alternativas mejores ante emergencias parecidas, y de rezar a Dios
por quienes han fallecido y por los familiares y amigos que lloran la partida
de sus seres queridos.